Tras dilaciones y consultas, el arzobispo y el comandante comunero firmaron en Zipaquirá el 7 de junio de 1781 unas capitulaciones entre cuyos primordiales puntos figuraron la disminución de los impuestos a los pobres, la rebaja del precio de productos como la sal, un alivio en el tributo de los indígenas y la abolición de determinados monopolios y reformas al sistema de justicia. Tras este acuerdo, se disolvieron las tropas comuneras y sus jefes, que en la campaña habían eludido tácticas extremistas, confiados en las reivindicaciones conseguidas, retornaron a sus pueblos. Ni la memoria de Gallardo ni la de los Comuneros va a ser obtenida por los próceres de la Independencia, seguramente pues el acento social de semejante pelea y el comportamiento de sus dirigentes era una referencia problema para los objetivos que se planteaba la guerra de Independencia. El recuerdo del líder comunero permanecerá en la memoria y en la leyenda de los campesinos de la provincia del Socorro, con unos rasgos que lo identifican con un bandolero social, antes que con un precursor de la independencia política en frente de España.
El jueves por la noche me llamó desde Gijón para decirme que su hijo, David, había cortado dos orejas, que había sufrido una cornadita en los testículos y que no sabía si podría torear el día siguiente en Dax. Volvió a llamarme para decirme que se iban hacia Francia, pues David, con la casta de su padre, deseaba torear y que me llamaría al finalizar ámbas novilladas en Dax y Bayona. Ni volverá a llamarme para hacerme partícipe de sus ilusiones en la carrera de su hijo. Ni podremos proceder a Lima para estar con su compadre Marcial Ayaipoma y felicitar a Alejandro Toledo, presidente del Perú y buen amigo, a cuya toma de posesión no pudimos ayudar por los compromisos toreros de su hijo.
Su juicio se inició en el mes de noviembre y en la sentencia de muerte de Gallardo, que asimismo incluyó a sus tres tenientes más fieles, se ordenó la horca, el desmembramiento, el envío de sus extremidades a distintas sitios y la declaración de infamia sobre su descendencia, en clara observación a quienes intentaran cualquier rebelión. No sólo durante esa temporada era rarísimo que una mujer fuera dueña de su propio negocio, sino que, además, Manuela era una de las pocas personas en la región, que sabían leer y escribir, ya que prácticamente toda la población era inculta gracias a la falta de instalaciones educativas. Manuela Beltrán fue una mujer colombiana que organizó una revuelta campesina contra el exceso de impuestos en 1780.
Vida Profesional De Manuela Beltrán
En sus principios expertos, Gallardo fue uno de muchos epígonos de Manuel Benítez \’El Cordobés\’, que en 1973, justamente el año del primer gran estallido de Gallardo, optó por una primera retirada. Sin versión oficial sobre las circunstancias del siniestro, testimonios recogidos de los tres supervivientes señalan a que el vehículo -que según fuentes de la Guarda Civil podría haber llevado exceso de agilidad-, tras contactar con la banda sonora del arcén, se precipitó por un barranco tras un golpe de volante del conductor. David Gallardo, hijo primogénito del torero fallecido, venía al parecer tumbado en el asiento trasero del vehículo.
Esa guerra social contra los dueños y gobernantes blancos pareció resumirse en el grito “¡Mueran los blancos!”. Su padre fue un gallego del mismo apellido y su madre la criolla Paula Francisca Zorro. Su origen era humilde, tanto por ser hijo de campesinos como por su color mestizo, un grupo sociorracial cuantitativamente predominante pero de segundo orden en la pirámide popular del siglo XVIII.
Se estima que era de origen campesino, que nació el 13 de marzo de 1724, y que vivió la mayor parte de su vida en Villa del Socorro, Santander, donde dirigía su propia pequeña tienda de comibles, en la plaza primordial de Socorro; al momento, Virreinato de Novedosa Granada. José Antonio Gallardo no fue un precursor de la revolución social; su pelea se orientó al rechazo de unas innovaciones fiscales que se consideraron insostenibles. Todo lo mencionado condujo a una secuencia de motines iniciados el 16 de marzo de ese año en la villa del Socorro.
Biografía De Manuela Beltrán
Documentalmente se puede probar que Galán desobedeció a Berbeo al expandir el movimiento por la provincia de Mariquita, por esto carece de sentido la acusación de “traidor” que el escritor Enrique Caballero Escovar lanzó contra Gallardo con motivo del bicentenario del alzamiento comunero. El escritor se basaba en una carta atribuida a Gallardo, donde supuestamente éste prevenía al regente visitador Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, el funcionario español que con sus medidas fiscales precipitó el alzamiento del Común, de la orden expresa de Berbeo de entregar su cabeza. Obviamente Galán no tenía dicha comisión, por cuanto su campaña por esos sitios provenía de su iniciativa, y pues Berbeo siempre se cuidó de incurrir en conductas que luego fueran difíciles de justificar ante las autoridades.
Por su carácter abierto, por su peculiar vestimenta, por la manera de hablar a voces, por su sombreros y, más que nada, por su humanidad, era amado por todos y respetado, como torero, por los que habían alternado con él. El Capea y José María Manzanares llorarán a estas horas su muerte y se les va a venir a la memoria, como a mí, eso viajes a América en los que compartimos ratos excelentes y de susto, porque los 2 toreros, amigos del alma, sufrían bastante en el momento en que Gallardo tiraba la muleta y se echaba sobre los toros, a cuerpo limpio, para matarlos. Tras confrontar a varios miuras y de matarlos jugándose la vida, con ésta ha acabado el toro traicionero de la carretera y puso de luto a todo el toreo, a los que le vieron usar de manera magnífica su mano izquierda, y a los que tuvieron la suerte de conocerlo como profesional y como amigo. Galán era malagueño asimismo por elección y de ahí que ayer le lloró La Malagueta y Fuengirola se muestra apesadumbrada por la muerte de uno de sus hijos.
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MIlitar colombiano nativo de Charalá hacia 1749 y muerto en Santafé de Bogotá el 1 de febrero de 1782. Líder santandereano de la insurrección de los comuneros en 1781, se encuentra dentro de las figuras más recordadas de la historia colombiana, gracias a su ejecución por las autoridades españolas y a que su memoria se ha perpetuado como símbolo de la pelea de los grupos sociales más enclenques de la sociedad colombiana. Más que amigo, Antonio José Galán era mi hermano electo, utilizando esa expresión del profesor Manolo Alcántara a la hora de designar a los que se desea como si fuesen de la familia. Cuando ayer, antes de iniciarse la corrida, Manolo Ortiz, llorando, me dio la noticia, se me vinieron a la memoria muchos años de convivencia, de viajes, de alegrías y de defraudes.
Es poco lo que se conoce de la vida de Gallardo antes de 1781; tan sólo que se casó y que fue condenado por las autoridades a pagar el servicio militar en el Regimiento Fijo de Cartagena, acusado por su esposa de haber cometido incesto con una de sus hijas. Gallardo negó la acusación pero reconoció que “tuvo sugestiones del demonio y algunos tactos lascivos con ella, que en lo demás todo es falso cuanto dicen”. Mientras que Santafé, inerme, veía aproximarse la invasión comunera el 25 de mayo, el capitán general confió a Gallardo el mando de una expedición de ciento cincuenta soldados que debía tomar Honda, puerto sobre el río Magdalena por el que podrían venir refuerzos militares enviados desde Cartagena y apresar allí al visitador Gutiérrez de Piñeres, a quien Gallardo dejó huír. No obstante, su campaña militar por los pueblos costeros, rápida, eficaz, muy brillante, le dio enorme prestigio habitual y fortaleció la situación de Berbeo, quien, ubicado en Zipaquirá, a una día de Santafé, recibió una comisión, encabezada por el arzobispo Antonio Caballero y Góngora, interesada en parar la marcha revolucionaria.
Manuela Beltrán
Un triunfo fortísimo en La capital española con un bien difícil toro de Alonso Moreno, al que cortó una oreja pese a haber debido utilizar el descabello diez ocasiones, le abrió hueco en los carteles de aliento y Gallardo supo navegar en ellos, y con corridas de Miura en citas ahora prácticamente anuales hasta su retirada, con el mismo desenfado que se había convertido en su seña de identidad personal. Cursó estudios desde 1990, en la Escuela de Artes y Oficios de A Coruña, que continuó en la Lonja, de Barcelona. Hizo estudios monográficos tan distintos como esmalte, procedimientos de pintura mural, grabado, escultura y caligrafía china, probablemente en un afán de acercarse a las más diversas estéticas y técnicas de trabajo. Ha cooperado en la sección de humor de la prensa diaria en Galicia y ha restaurado retablos y vidrieras artísticas.
Empezó a exponer en 1992, y también individualmente lo hizo en A Coruña, Compostela y Barcelona. Colectivamente, desde 1993, por ejemplo en el Foro de discusión Atlántico, que llevó la obra por toda Galicia y norte de Portugal. Está representado en el Museo de Arte Constructivista de Marbella y en diversas compilaciones institucionales de Galicia. La pintura de Tono es un ejercicio geométrico de infinitas variaciones, que sin duda tiene sus raíces en el constructivismo del uruguayo Torres García, cuya obra teórica debe comprender muy bien el joven gallego. En el rectángulo del cuadro se anotan varios polígonos, casi todos angulados meticulosamente, y algún círculo u óvalo, en composición muy calculada, que se expresa en tranquilidad de entonaciones sin apenas contrastes.