Su vocación era la de ser pensionista, con su paga y sus medicinas pagás. Respetaba mucho al médico “tratamólogo”, el que trata los accidentes. Tuvo el atropello de un Clio que fue su primer relato en el año 2000 en El vagamundo.
Por contrariedades del vagabundaje, todos ellos fueron desapareciendo de escena —ahora fuera por muerte, popularidad o desahucio— y a Quintero solo le quedó el \’Risitas\’. En verdad, hace siglos que cientos de personas pasaron por las manos de esta entidad, fundada en el siglo XV, con el nombramiento del filántropo Miguel de Mañara como hermano mayor en 1663. Él fue quien realizó la terminación de la iglesia y la construcción del hospital. Desde el ingreso de \’El Risitas\’ el mes pasado de septiembre ya se había acordado, por expreso deseo del mismo, que fuera la fraternidad de la Santa Caridad la que se encargase de su funeral y entierro. Una vez apeado de la cresta de la ola, y tras una temporada contando chistes por locales de Punta Umbría, en Huelva, El Risitas vive los peores momentos de su historia, muy alejado ahora de los focos.
Este raras veces se reía con ellos, y a veces tampoco los comprendía, pero no podía eludir abrirse en dos con los estertores lacrimógenos del \’Risas\’. A falta de un término mejor, las necrológicas lo definen como humorista, pero en realidad solo era una persona con mucha gracia, no había un método tras el humor que desprendía, solo ocurría. Joya era un sevillano de muchos que subsisten a la sombra en la ciudad más importante andaluza, de los que se peinan de mala forma antes de salir a la calle a ganarse la vida como tienen la posibilidad de. En un caso así, vendiendo lotería y packs de Winston en el barrio de Santa Catalina.
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En Francia se le llama “Jezuuu” y en Finlandia llegó a protagonizar dos avisos de pizza bajo coste. Su primera vez en \’El Vagamundo\’, el programa que Quintero tenía en Canal 2 Andalucía, el \’Risitas\’ contó lo de su accidente. Un día cuando iba a la piscina del polideportivo de su barrio, el Polígono San Pablo de Sevilla, un Renault Clio lo atropelló. Inmediatamente antes de mostrarse en televisión vivía del dinero que le dieron del seguro. El coche le fracturó el hombro izquierdo, en palabras del \’Risas\’, “el hueso \’miliki\’, eso me dijo el médico florense”.
El habitual actor y humorista sevillano saltó a la fama hacia el año 2000 a través de Jesús Quintero con sus visualizaciones en los programas \’El vagamundo\’ o \’Ratones coloraos\’, donde contaba sus vivencias junto con el ya desaparecido \’El Peíto\’. Su risa, rechistes, personalidad y su conocida coletilla de \’cuñaooo\’ le hicieron popular con el alias \’El Risas\’. Nativo de Sevilla el 5 de abril de 1956, en el Polígono de San Pablo recuerdan que era simple verlo en las tabernas y bares contando chistes desde hace tiempo con su particular estilo.
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Las risas finales de Risitas y Quintero se producen por la contestación de la usada de la caja de ahorros.. Se bañaba un par de ocasiones a la semana y dejaba la característica rebaba en el cerco del agua de la bañera. En su barrio sabían que iba a grabar a la televisión pues en ese momento iba a con el traje. Se compraba uno cada dos años, aproximadamente, y de esta forma estaba irreconocible.
Este miércoles ha muerto en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla tras padecer un infarto de miocardio.Terminaba de cumplir 65 años. Fue el 5 de abril.Juan Joya Borja llegó al Virgen del Rocío desde el Hospital de la Caridad de la ciudad más importante andaluza, donde vivía. Este centro da cobijo ya hace siglos en su residencia-hospital a jubilados enfermos, sin elementos o sin familiares que se puedan hacer cargo de sus cuidados. En septiembre de 2020 se le amputó una pierna debido a complicaciones cardiovasculares. Juan Joya Borja, más conocido por \’El Risitas\’, ha fallecido este miércoles en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, según ha adelantado la edición sevillana del períodico ABC. El habitual personaje televisivo, de 65 años, tuvo que ser trasladado este mediodía desdeel Hospital de la Caridad de Sevilla (lugar en el que radicaba), tras unagravamiento de su estado de salud.
“Mi pistola es de buen calibre, dispara bien, pero dispara poco”, confesó sobre su actividad sexual-balística. Llegó a trabajar en un programa de “Paz Patilla”, en la productora de Jesús Quintero, pero por nada deseaba desagradar a su jefe. No conocía a muchos conocidos, para él Tom Cruise era uno “de San Juan de la Cruz”.
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Pese a eso que frecuenta creerse, no es que Rivero fuera familia suya, sino \’cuñao\’ era una coletilla que repetía muy con frecuencia tras un chiste. En los últimos años, la fama del \’Risas\’ entre los internautas franceses había explotado de mil maneras, convirtiéndose en meme. Risas se ríe con sus risas infecciosas al contar a Quintero su experiencia al abrir por primera vez una cartilla de ahorros en un banco. El Risas se ríe al argumentar que sólo tenía 1000 pesetas y que su hermana podía tener la cartilla por si a él le sucedía algo.
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Antes, según El Confidencial, “trabajaba en un chiringuito atrayendo al público, vendiendo pollitos de juguete o al cuidado de un castillo hinchable junto a la playa, amonestando a los niños mayores para que no se subiesen a la atracción”. “Desde hacía años, pedía un euro a la gente que se le aproximaba a solicitarle una fotografía o le solicitaba que le contara un chiste”, cuenta. \’El Risas\’ saltó a la popularidad en el 2000, en el software \’El Vagamundo\’, de Jesús Quintero.Allí contaba las cosas de su vida de una manera muy especial junto al fallecido humorista \’El Peíto\’. Marca de la vivienda eran tanto su dentadura -o sepa de ella de todos modos-, sus particulares chistes y su risa infecciosa -de ahí su apodo-. Pese a su popularidad mundial, El Risitas no pisó un plató de televisión hasta pasar los cuarenta años. Fue el año 2000 en el programa \’El vagamundo\’, de Jesús Quintero, donde contaba sus vivencias en un tono cómico adjuntado con el fallecido humorista Antonio Rivero \’el Peíto\’.
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El arte de los compadres borrachines, el cante, las papas \’aliñás\’ y los caracoles del Quitapesares. Aquel era el cosmos del \’Risitas\’, hasta que llegó Quintero y metió al \’Risas\’ en las pupilas de millones de andaluces primero, españoles después y ciudadanos de todo el globo terráqueo finalmente. Se hicieron emoticonos con su cara riéndose que probablemente nos sobrevivirán a todos. En Sevilla, sus pasos acababan siempre en Quitapesares, la taberna del cantaor Pepe Peregil, exactamente el mismo que le acompañó al plató por vez primera. En aquel bar era también donde aprendía muchos de los chistes que más tarde recitaría a Quintero.