Tras un largo asedio de tres meses, la localidad de Palma se rindió el último día del año, y con ella el resto de la isla, que solamente ofreció resistencia. El Rey volvió en 1231 a la isla, cuando moriscos no sometidos se ofrecieron al Rey, reduciendo Menorca a la condición de tributaria. La isla de Ibiza fue conquistada en 1235 por el arzobispo de Tarragona, Guillem de Montgrí, y su hermano Bernat de Santa Eugènia.
Jaime I, el Conquistador, fue uno de los más destacados monarcas de su época, tanto por sus muchas conquistas a los enemigos como por sus altas talentos intelectuales y políticas. Las crónicas de su tiempo muestran a Jaime I como un hombre hermoso, alto, sensible, profundamente espiritual, pese a ser excomulgado en 1237 por injurias al arzobispo de Zaragoza y por haber hecho cortar la lengua al obispo de Gerona, y más que nada como un home de fembres, como prueban sus numerosas amantes y ramas ilegítimas. Jaume I tuvo un primer hijo, el infante Alfonso, fruto de su primer matrimonio con Leonor de Castilla, que desde el primer momento se erigió en sustituto de la Corona.
Jaime I el Conquistador fue el monarca católico que más territorio arrebató a los musulmanes a lo largo de la llamada Reconquista. Rey de Aragón, Valencia y Murcia, su belicoso apodo se lo ganó luchando en primera línea, realizando gala de una fuerza espectacular que combinaba su impresionante tamaño —medía dos metros— con una meticulosa capacitación bajo la disciplina militar de la Orden del Temple. Según los cronistas y trovadores medievales, era el mejor caballero de la temporada, y no solo por su destreza con las armas. En los reinos de Aragón y Valencia le sucedió su hijo Pedro , que llegaría a ser un gran un rey, apodado PEDRO III “EL GRANDE”. Para la conquista de Valencia, Jaime I reunió a un variado ejército, para ello contó con el apoyo de múltiples ricos nobles aragoneses que aportaron sus ejércitos.
El señor de Alagón resultó herido de gravedad y moriría posteriormente como consecuencia de sus heridas, probablemente a fines de 1245. Barreda asegura que murió en el campo de batalla de Morella, vencido por los hombres del rey; lo mismo defienden Mosen Betí, Mosen Puig y Antonio Montfort; aunque alguna otra fuente asegura que murió en su lecho. Libro de los hechos del rey don JaimeLa muerte de don Pedro de Ahonés desencadenó una nueva batalla entre el rey y los ricoshombres de Aragón que duró múltiples años y también incendió todos los rincones del reino. Jaime 1 fue engendrado en el momento en que ya hacía casi un par de años que su padre, Pedro II el Católico de Aragón, había rechazado a su madre, María de Montpellier, y solicitado la nulidad del matrimonio al papa Inocencio III, el que siempre se negó a concedérsela.
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Concluyó la regencia del conde don Sancho en 2018, cuando el abad de Montearagón — Fernando—, tío asimismo del rey Jaime, se le enfrentó a la cabeza de un bando contrario de seniores de naturaleza aragoneses, del que formaban parte, entre otros muchos, don Jimeno Cornel, don Pedro de Ahonés y don Blasco de Maza, quienes mucho más adelante protagonizarían distintos conflictos entre la nobleza y la monarquía. En 1219 preside la regencia el arzobispo de Tarragona —de manera oficial, por el hecho de que quien actuó de hecho desde ese instante como leal asesor fue el muy joven noble don Blasco de Alagón—, consejo de dirijas que se mantiene por espacio de dos años, hasta 1221 en que don Jaime I, a los 13 años de edad, se sacude la regencia con ocasión de su primer matrimonio. En la villa de Ágreda contrajo primeras nupcias el 6 de enero de 1221, con doña Leonor, hija de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor de Inglaterra.
Entre sus cualidades morales sobresalían su generosidad y su lealtad a la palabra empeñada. Religiosidad y belicosidad se entremezclan en su personalidad, fruto de su crianza y educación entre los templarios, de forma que considera su espíritu católico al servicio armado de la cristiandad, plasmado en la lucha contra el Islam. En su vida y sus compañías observamos asimismo la fe, el providencialismo y la devoción mariana, como testimonian las numerosas mezquitas transformadas en templos cristianos y consagrados a María, en los territorios que conquistó. Pedro recibió Aragón, Valencia y el condado de Barcelona, y Jaime Mallorca, los condados de Rosellón y Cerdaña y el señorío de Montpellier.
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De este modo esta quedará convertida en una sucesión de piezas que, siguiendo una concepción patrimonial, Jaime I va a repartir entre sus hijos en testamentos sucesivos. En un primer reparto , Alfonso, fruto de su matrimonio con Leonor de Castilla, hereda Aragón y Cataluña, y Pedro, primogénito de Violante de Hungria, Valencia, las Islas Baleares, el Rosellón y la Cerdaña. Jaime I dedicará los primeros años de su reinado a someter a los nobles rebeldes, recrudecida la pugna nobleza-monarquía con episodios como los sitios de Albarracín, y Montcada , llegando aun a caer preso en 1224; a reorganizar las finanzas del reino, arruinado por la política de Pedro II el Católico; y a enfrentar los inconvenientes derivados de la sucesión en el condado de Urgell.
Desde 1274, el rey olvidó aquel afán de el de cruzadas, debido a su ya avanzada edad (60 años) y, más que nada, a los apasionados amores que seguía manteniendo con doña Berenguela Alfonso. Sellaron el acuerdo con el matrimonio de la infanta Isabel, hija de Jaime I, con Felipe, hijo y sucesor del rey francés. Los últimos años del reinado de Jaime I fueron prácticamente tan agitados como los de su minoría de edad. Las discrepancias del rey con su hijo Pedro, que demostraba ser un hombre de gran energía, y las de éste con Fernando Sánchez de Castro, bastardo de Jaime I y predilecto de éste, se agregaron a revueltas nobiliarias y a un grave levantamiento musulmán en el sur de Valencia. Pedro exoneró a su padre de la procuraduría general de la corona, puso sitio a su hermanastro Fernando en el castillo de Pomar y le logró arrojar al Cinca.
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Zayd procuró la ayuda de Jaime I y el 20 de abril de 1229 firmó en Calatayud un acuerdo por el que se declaró vasallo del rey de Aragón, le ofreció la cuarta parte de las rentas del territorio perdido y la donación de Peñíscola, Morella, Alpuente, Culla y Segorbe, a cambio de asistencia militar y la entrega de los castillos de Ademuz y Castielfabib. En los últimos tiempos de su vida fomentó dos cruzadas a Tierra Santa , fracasando los dos intentos. Enterrado en Poblet, sus restos fueron trasladados en 1835 a Tarragona y reintegrados a Poblet en 1952. Tras ser conquistadas, las islas conformaron unos dominios mucho más de la Corona de Aragón, que se llamaron en su grupo «regnum Maioricarum et insulae lindantes». Esos que habían tomado parte en tal conquista han recibido tierras y casas en el Repartimiento que prosiguió, en especial los nobles y las Órdenes Militares. Esta conquista contribuyó al engrandecimiento de Aragón y a su expansión por los mares, beneficiando en gran manera a su comercio, de manera especial al de los mercaderes catalanes.
En 1213 el rey se vio obligado a intervenir y, con la aureola conseguida por su definitiva participación en la guerra de las Navas de Tolosa, se lanzó adelante de sus tropas contra el enemigo. El choque definitivo sucedió en Muret, donde fue derrotado y fallecido por Simón de Montfort. Así, a los cinco años de edad, Jaime pasaba a heredar los dominios de sus progenitores y se transformaba en un rey rehén. La nobleza aragonesa envió una embajada al papa para solicitarle la liberación del niño. Una enérgica bula de Inocencio III hizo que Simón de Montfort le liberara en 1214, tras lo que fue reconocido como rey de Aragón y Cataluña y, como determinaba el testamento de María de Montpellier, que había fallecido el año previo, fue entregado a la custodia de los templarios.
Jaime I De Aragón, El Conquistador
Ante las agresiones de los piratas mallorquines musulmanes a los mercaderes de Barcelona, Tarragona y Tortosa, éstos solicitaron ayuda al Monarca, al que en la reunión de Barcelona ofrecieron sus naves, al tiempo que los barones catalanes acordaron participar en la empresa a cambio del botín y tierras. En otra asamblea en Lérida los barones aragoneses admitieron exactamente las mismas condiciones, pero sugirieron al Rey que la compañía se dirigiera contra los musulmanes de Valencia. La conquista de Mallorca, si bien participó un conjunto de caballeros aragoneses en razón de sus obligaciones con el Soberano, fue una empresa catalana, y catalanes serían la mayoría de sus repobladores. Cercano ahora el desenlace de su vida, El Conquistador proyectó una cruzada a Tierra Santa, uniéndose a la expedición del emperador bizantino Miguel el Paleólogo. El 4 de septiembre de 1269 zarpaban de Barcelona treinta navíos grandes y múltiples galeras, fletando ochocientos hombres, almogávares en su mayor parte, además de los maestres del Temple y del Hospital, y de los infantes bastardos Fernán Sánchez y Pedro Hernández. Pero aquella expedición resultó un fracaso total, ya que la flota fue dispersada por una tempestad y don Jaime viose obligado a desembarcar cerca de Montpellier, retornando desde allí a Cataluña.
Con Teresa Gil de Vidaure tuvo a Jaime de Jérica y Pedro de Ayerbe, al tiempo que con Berenguela Alfonso no tuvo descendencia. Monarca longevo, falleció tras sesenta y tres años de reinado, que encajan con la temporada del auge medieval. Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Inglaterra, en 1221, pero se divorció. Las Cortes catalanas de 1228 reunidas en Barcelona concedieron al Rey el subvención correspondiente a la recaudación del impuesto del bovaje. La expedición se encontraba dentro por ciento cincuenta naves y salió desde Salou, Cambrils y Tarragona el 5 de septiembre de 1229.