Las idas y venidas de Enrique permitieron que, a las puertas de su muerte, el bando de Juana hubiese cosechado enormes apoyos internacionales, pero apenas le quedaran socios en la Península Ibérica. La nobleza, las ciudades y los enormes señoríos como Asturias y Vizcaya se declararon en masa a favor de Fernando y también Isabel, tal es así que Enrique se reconcilió con la pareja en el mes de diciembre de 1473. Como una parte del acuerdo, los príncipes prometieron a Enrique que buscarían para su hija un « matrimonio conveniente » por el daño causado.
Yo solo apunto que salvando a su única y cuestionada hija Juana, el rey no tuvo ni un solo hijo bastardo, hecho este cuanto menos asombroso en la crónica de las monarquías. Juana «La Beltraneja» fue víctima de la gran carga de ser la única hija de un Rey llamado «El Impotente». Con estos antecedentes Juana de Portugal quedó embarazada cuando ya se aseguraba en los círculos de la corte que el rey padecía de impotencia. De manera rápida se propagó la idea de que Juana, la pequeña nacida, era de Beltrán de la Cueva, conde de Ledesma, mayordomo y valido del rey, motivo por el que la joven fue famosa por el sobrenombre de La Beltraneja. Entre los episodios que marcaron la crónica de este país contado mediante una ruta con varios hitos de importancia patrimonial y también histórica como el castillo y murallas de Buitrago, las ruinas de la iglesia de Santiago o el puente de Cal y Canto. Enrique IV decidió enviar a Juana a ser custodiada en esta fortaleza por la familia nobiliaria de los Mendoza, quien mandó crear el castillo tal y como hoy lo conocemos.
El sendero entre encinares y fresnos, nos lleva a Pinilla de Buitrago, otra de la poblaciones que tuvo que ver pasar la comitiva de la princesa Juana. Sin embargo de nada sirvieron sus buenos deseos, la guerra de sucesión al trono castellano termina de empezar. La pelea se extendió hasta el 1 de marzo de 1476, cuando el ejército portugués fue definitivamente derrotado a las puertas de la ciudad de Toro. Los Mendoza, influyente y vigorosa familia noble, negocian con el rey y consiguen que les entregue a su hija en custodia.
Juan De Tassis Y Peralta
A punto de finalizar la guerra, hacia 1478, Isabel aceptó un compromiso de la « hija de la Reina » con su hijo, Juan, de un año de edad, para que dentro de quince años se casasen y sellaran la paz en Castilla. Se acordó que Juana residiría hasta aquella fecha en Portugal, bajo custodia de Beatriz de Braganza . No obstante, la joven de diecisiete años sorprendió a todos al comunicar que se retiraba al monasterio de Santa Clara de Coímbra y que renunciaba a toda aspiración sobre la Corona castellana. Isabel temió que se tratase de un engaño, pero su confesor fray Hernando de Talavera le advirtió que no podía oponerse a una vocación ni tampoco por año de noviciado que se necesitaba.
Juana nació el 28 de febrero de 1462 en la localidad de Madrid fruto del nada feliz matrimonio de Enrique IV de Castilla- hijo de Juan II y María de Aragón- y Juana de Portugal. Para su padre no era el primer matrimonio sino su primer casamiento con Blanca de Navarra fue anulado trece años tras su comienzo con el motivo de no haber sido consumado. Juana entró en el monasterio de Santa Clara de Santarém el 5 de noviembre de 1479, donde profesó el año de noviciado obligación, para ser después enclaustrada en el monasterio de Santa Clara a Velha de Coimbra, sitio en el que viviría hasta los tiempos de 1500. Merced a su temprana vinculación con Portugal se han popular algunos detalles más de su personalidad, ya que la historiografía lusa, tanto de su época como posterior, han ofrecido a la infanta lo que la historiografía castellana no hizo. La carencia de consumación del primer matrimonio inició la leyenda sobre la impotencia de Enrique IV, de forma que aun su alias regio, el Impotente, ha dependido de ella.
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Como resulta lógico acertar a través de la exposición de estas líneas, la polémica ha presidido cualquier mención a la princesa Juana a lo largo de la historiografía de siempre. Dejando de lado la controversia sobre su legitimidad, la debilidad y la condición variable de Enrique IV torna posible emparejar, en sus secuelas negativas, a Alfonso el Inocente y a Juana, manejados al antojo de una clase nobiliaria que, con la aquiescencia del monarca, sometía a los mismos vaivenes a todo el reino. Una vez desaparecidos del mapa el marqués de Villena y Enrique IV, la verdad es que las dudas se ciernen sobre la gran beneficiada de la situación, que no fue otra que Isabel la Católica. De Azcona, la reina Isabel protegió los intereses firmados en Guisando, pero esa misma protección significó daños lesivos para la legitimidad de su hermana; Mª I. Del Val, por contra, protege que la legitimidad estaba en manos de Isabel desde el pacto de 1468, mientras que Juana era únicamente la excusa de una parte de la nobleza para proponer al límite nivel político su diferente perspectiva de gobierno.
La realidad objetiva, posiblemente, esté en las dos afirmaciones contrapuestas, sin que una deba primar sobre la otra. Los nobles rebeldes la llevaron a la frontera de Portugal y acordaron su matrimonio con Alfonso V, que así pasó a ser defensor de la causa de su sobrina. Esta firmó un manifiesto al reino acusando a sus rivales de haber dado muerte al Rey, pero la guerra acabó en derrota. Al abrirse en Alcántara las negociaciones en 1478, el destino de Juana era entre las cuestiones frágiles. Isabel aceptó un deber de la “hija de la reina” con su propio hijo, Juan, de un año de edad, fijándose además de esto una indemnización para el en el caso de que la boda, para la que faltaban quince años, no llegara a consumarse.
Gargantilla del Lozoyay presta atención a sus nombres, que recuerdan a personajes de la vida de Juana y de nuestra historia. Te invitamos a recorrer los alrededores de este monumento, su magnífica muralla y las calles de esta mágica villa medieval, por donde podrás pisar las huellas de nuestra princesa y reina de Castilla. Los hechos se precipitan a partir de este instante y mientras que Enrique IV busca desesperadamente un marido para su hija Juana, regresa a ofrecer un paso en falso y se reconcilia con Isabel a la que regresa a denominar heredera.
La Verdad Sobre La Humillada Juana «la Beltraneja»: La Maldición De Ser Hija De Un Rey Impotente
Allí, como cuenta Ladero Quesada, el legado pontificio Antonio de Veneris absolvió a todos del juramento que antaño hubiesen prestado a Juana como heredera. Además el rey reconoció no estar legítimamente casado con la madre de esta con lo que Isabel es reconocida como Princesa de Asturias en lugar de unirse en matrimonio con la persona que su hermano resolviese. Con el tiempo Isabel demostró que había mentido en los pactos y desoyendo lo firmado, casa con Fernando. Fue asimismo en este tiempo en el que se acordó unir en matrimonio a Alfonso y Juana quien así mismo podría reinar.
Pinilla De Buitrago, Un Pueblo De Cuento A Media Hora De La Capital Española
Tras el fallecimiento de Alfonso el Inocente en 1468, los contactos entre las dos facciones nobiliarias que habían alentado el conflicto civil se incrementaron, con el propósito de pactar una tregua favorable para un hipotético reino que, de todos modos, estaba representado por intereses nobiliarios. En estas diálogos, curiosamente, el personaje que intentó llevar la voz cantante fue, de qué manera no, el marqués de Villena, uno de los autores del Pacto de los Toros de Guisando , en el que Enrique IV, ante la presión nobiliaria, excluyó de la sucesión a la infanta Juana y proclamó heredera a su hermana Isabel. Desde ese exacto instante, la suerte de Juana se encontraba echada en relación a sus aspiraciones al trono.
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Salvo en cortos períodos por razón de epidemias, la Beltraneja jamás salió del mencionado monasterio hasta su muerte en 1530. Tras la derrota de sus tropas ante la vigorosa Isabel, Juana se retiró a un convento ubicado en la localidad portuguesa de Coímbra donde permaneció desde los diecisiete años. Paseando por sus calles vamos a poder saber un tanto mucho más sobre esta historia infestada de traiciones y complots, que nos llegó hasta nuestros días y que podía haber cambiado la crónica de este país. Real Monasterio de Nuestra Señora de Santa María de El Paular, donde se alojaron los franceses antes de la unión y donde festejarían la efectividad del matrimonio con un banquete. A esta joya arquitectónica que se levanta en un incomparable marco natural, podemos llegar por la A-1, unos 2 km después de atravesar el pueblo de Rascafría. Su majestuoso claustro mayor, aparte de ser una oda a la belleza arquitectónica, acoge 52 lienzos del profesor italiano Vicente Carducho.
El acto se celebró en Madrid, el 9 de mayo de ese año; es esencial destacar que, desde este momento, comenzaron a aparecer las inquietudes sobre la paternidad de Juana, inquietudes que, como demostró sucintamente T. De Azcona (Juana de Castilla, partido popular. 21-24), se deben específicamente a la interesada acción con que el marqués de Villena, guiado por su ambición de poder, deseaba minimizar la elevación a los puestos de privilegio de su gran contrincante, Beltrán de la Cueva, entonces conde de Ledesma. Villena, privado de Enrique IV desde que este fuera príncipe de Asturias, acabó por unir los cabos que presentaron a Juana como el fruto adúltero de los encuentros de reina y conde. Isabel ( futura Isabel la Católica) hermana de Alfonso y hermanastra de Enrique IV pide al rey ser nombrada princesa heredera. Corría el año 1468 y el rey accede a firmar el Tratado de los Toros de Guisando, se nombra a Isabel como Princesa de Asturias y futura heredera lícita al trono, creándose con este tratado una legalidad al reconocer documentalmente a Isabel como heredera al trono. Para Isabel es su entrada triunfal en política, para Juana la constatación de que su padre opta nuevamente por su sacrificio.