Las angustias y privaciones que pasó en el presidio le causaron una profunda impresión en el ánimo, que le supuso una vuelta a las prácticas religiosas con un furor renovado. Fruto de su nuevo estado espiritual, publicó en 1797, en la localidad de Valencia y de manera anónima, el libro El Evangelio en triunfo o la narración de un filósofo desengañado. La obra alcanzó un éxito fulgurante, lo que sirvió para facilitar su regreso a España, a la vez que se le rehabilitaba públicamente y se le concedía una pensión de por vida. Estableció su residencia en Baeza, donde llevó en sus últimos años una vida absolutamente al margen de la política y de la vida social, hasta el momento en que murió el 25 de febrero de 1803. Olavide supo aprovecharse de los influyentes individuos que iba conociendo en la Corte, merced a los cuales ha podido reanudar su truncada carrera en la administración, ayudado asimismo por la nueva coyuntura política surgida tras los motines del año 1766.
Aunque de ahora en adelante, la sombra de la Inquisición acechará muy cerca a don Pablo, quizás, para no reírse jamás más. Desde este momento, empieza un periplo europeo por Ginebra, la península itálica y Francia. Evidentemente, sería en París donde entrara en contacto con las nuevas corrientes filosóficas. Entabló una amistad con Voltaire y residió en la ciudad más importante del Sena durante ocho años. Político español, nativo de Lima (Perú) el 25 de enero de 1725, en una rica e influyente familia criolla de ascendencia navarra, y muerto en Baeza el 25 de febrero de 1803.
Pero, como si fuera poco el café, don Pablo iba a poner 2 tazas mucho más, invitando a sus reconocidas tertulias nocturnas a algunas mujeres. Entre ellas, resaltan la atractiva y letrada Felicidad de Olavide, o Tomasita de Arellano . En la cima de su nueva carrera política, la desgracia volvería a aparecer en la vida de Olavide como una vez lo hiciese en su juventud peruana. Por todo ello vieron razones para encarcelar y condenar por «hereje, infame y miembro podrido de la Religión» a Pablo de Olavide. Tras realizar escalas en diversas ciudades de Sudamérica, Olavide llegaría a Cádiz (y después a Sevilla, la tierra de su abuelo materno), en octubre de 1752.
Olavide, Pablo (1740-
De hecho, los pensamientos de Olavide entraban en buena medida en conflicto con la sociedad de su época. Poco depués, en el mes de mayo de 1769, Olavide abandonó temporalmente este hogar en responsable ejercicio de sus funcionalidades, con el fin de trasladarse a las Nuevas Ciudades de Sierra Morena, donde continuaría durante 4 años, sacrificando su afición al lujo y al bienestar en pos de dar origen a nuevos núcleos de población. Surgirían de este modo nuevos núcleos población como La Carolina (Jaén), La Carlota (Córdoba), La Luisiana o Prado del Rey (Cádiz), entre muchos otros. Además Olavide estaría al frente de otros proyectos notables para la sociedad sevillana, como la reforma universitaria y docente, la liberación del comercio, la mejora de la navegación del río Guadalquivir o la reforma agraria e incluso de la beneficiencia municipal.
Pero no sólo en el campo académico fueron prósperos los primeros pasos de la carrera de Pablo de Olavide. Asimismo surgió su figura de manera fuerte en el campo de lo jurídico-administrativo . Y es que logró pasar de ser un abogado joven en la Real Audiencia de Lima a ser asesor jurídico del Ayuntamiento limeño, para finiquitar siendo nombrado Oidor de la capital peruana en 1745, al poco de cumplir los 20 años de edad. Coincidiendo con un período en que viejos y nuevos amigos estuvieron en el poder (Jovellanos, como ministro de Gracia y Justicia, y Luis Mariano Urquijo o Francisco de Saavedra en la Secretaría de Estado), Olavide regresó a España en 1798 para retirarse a la localidad andaluza de Baeza.
El Hospicio de San Fernando, creado tras el Motín contra Esquilache, para recoger a los vagos de la Corte, intentó plasmar la idea sobre beneficencia del conde de Aranda. El aragonés, según sus propias expresiones, confíó a Olavide la dirección de estas esenciales instituciones, que habían de ser “modelo” para el resto de las provincias de España, “por su talento, por lo que ha visto en los países forasteros y por la inclinación a establecimientos públicos” de este género. El monje alemán, llamado Romauld, declaró ante el Beato Trabajo que don Pablo Olavide era una parte de una conspiración en oposición a la iglesia católica, que leía libros prohibidos y blasfemaba. Las declaraciones del monje llegaron a fin de que sobre el cayesen las acusaciones de «Impiedad y Herejía» y, en 1775, es sacado de sus áreas de trabajo sevillanas con Orden de no poder residir en la localidad hispalense, ni en La capital española ni siquiera en su Lima natal. En 1776 ingresa en prisión, de nuevo, y es condenado a 8 años de reclusión en un monasterio. En 1778 algún otro de sus detractores declara que Olavide es «creyente» en las doctrinas de la Encyclopédie y amigo de Voltaire y Rousseau, por lo que fue juzgado.
Olavide, si bien aprobó algunas de las primeras medidas de los revolucionarios franceses, no compartió los principios en que se basaba la Revolución Francesa por el hecho de que destrozaban los dos pilares de una “buena sociedad”, el Altar y el Trono. A raíz de su desacuerdo con los principios revolucionarios intentó pasar inadvertido y se retiró, huyendo de “los horrores de la Revolución”, al pequeño pueblo de Meung, donde administró el Hotel-Dieu, transformado en “Casa de Socorro”. En esta casa estableció a costa suya una manufactura de paño para vestir a ancianos y niños pobres, al igual que años antes hiciera en el Hospicio de San Fernando. Olavide vivió muy de cerca los tristes sucesos de la Revolución francesa, que impresionó su sensible espíritu.
Con La Iglesia Hemos Topado
Pero también es alguna y famosa la venalidad de los cargos, la corrupción administrativa y la arbitrariedad de la jerarquía civil, y aun eclesiástica, en los virreinatos americanos, tal como son descritos por Jorge Juan y Antonio de Ulloa en las Novedades segregas dirigidas al marqués de Ensenada, e nuevas en España hasta 1918. Personaje de indudable trascendencia en la narración de la Universidad de Sevilla, ya que fue el autor de la “primera reforma universitaria moderna” en España, con su Plan de Estudios para la universidad hispalense, del que vamos a tratar en esta web. Si hasta hace poco era enfocado en su tarea colonizadora, la crítica actual resalta su actuación en los terrenos de la beneficiencia popular, de la reforma agraria, de la organización municipal, de la renovación teatral y de la modernización de la enseñanza. Pero observemos la atractiva historia de este criollo ilustrado, cuyo nombre se puso en 1997 a la segunda universidad de Sevilla.
Indudablemente la decisión fue la acertada, pero ya era demasiado tarde en la domus regia. El fraile capuchino elaboró 21 cargos –los más cercanos a la herejía- contra don Pablo. Don Pablo trató que sus amigos de Madrid transmitieran al rey que él era un auténtico y ferviente católico, incluso que haría penitencia si fuera preciso, pero pobre don Pablo, -como suele ocurrir en estos casos de “puñaladas traperas”- era el único que todavía no se había enterado de la trama política que representaba su caso. Pensaría fray Romualdo,pero por último, las demandas iniciales lograron ser frustradas por los geniales contactos que Olavide mantenía en la corte madrileña .
La Inquisición Al Acecho De Pablo De Olavide
En 1780, a lo largo de una de estas estancias, desde un balneario muy próximo a la frontera francesa huyó a Francia. Se instaló en París, pero sin sin meterse en la vida política, quería pasar inadvertido. Era un hombre que recibió una educación jesuita desde pequeño hasta ingresar en la Facultad de San Marcos de Lima (la más antigua de América), en donde se doctora en Teología, con 17 años, y se gradúa en derecho , poco después, con solamente 20 años, es nombrado Juez de la Audiencia de Lima.
Pablo De Olavide, Historia De Un Filósofo Desengañado
Al día después de su condena, Olavide fue trasladado al monasterio de Sahagún (León) para cumplir su penitencia, pero la rudeza del clima hizo que se le trasladase al convento de capuchinos de Murcia en el verano de 1779, lugar desde el que pasó, en distintas etapas, a Almagro y después a Caldas para una cura de baños. Aprovechando la proximidad de la frontera, el viejo Asistente, achacoso por sus males de gota, escapó a Francia, perseguido de lejos por los poco eficientes sabuesos del Santurrón Oficio. Perpignan, Toulouse, Ginebra, París son etapas de esta vergonzosa escapada, que le hace cada vez más y más atrayente a los ojos de Europa.
La Construcción Política De Un Hereje: El «caso Pablo De Olavide»
En el orden cultural, hay que a Olavide el Plan general de enseñanza, que trataremos en otras páginas; el fomento de la bella literatura; la protección de la biblioteca pública y la candente defensa del teatro. Por lo relacionado a este último, debe de saberse que, al llegar a Sevilla, solo estaban permitidos para la recreación habitual, los inocentes juegos circenses de volatines, sombras chinescas y pantomimas, además de alguna representación apartada de ópera para las clases elevadas. Como Intendente de los 4 reinos de Andalucía (Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada) Olavide disfrutaría de autoridad sobre los intendentes locales, en asuntos militares y de guerra.