En ese contexto de combate, una joven virgen siciliana llamada Águeda de Catania decide dar su \’honra\’ a Jesucristo. La joven pequeña no contaba con que el procónsul Quintianus se iba a encaprichar con ella. La negativa de la joven encolerizó al dirigente, que la envió a un lupanar regentado por una tal Afrodisia. Milagrosamente conservó su virginidad, lo que mosqueó aún mucho más al procónsul, que ordenó que la torturaran y le cortaran los senos. De esta santa, virgen y mártir, la devoción habitual ha destacado, mucho más que el calvario, la defensa de su pureza.
Terminadas las persecuciones a los cristianos, escribieron de ella y fueron numerosos los templos que se levantaron por doquier en su honor. En el pueblo quedó prendida la llama de su perseverancia y calvario, llegando a ser su devoción una de las mucho más extendidas de siempre. El procónsul Quintianus que era el gobernador de la isla, procuró conquistarla ya que era muy hermosa y de una familia distinguida. Acababa Estornés diciendo como aún en 1933, en Ablitas se encendía una pequeña hoguera en el campanario.
Vida Sana
La joven escapó a Palermo, pero fue encontrada y llevada nuevamente a Catania. El procónsul, entonces, decidido a atentar contra la virtud de la doncella, la confió a una cortesana, Afrodisia, para que le enseñase las artes amatorias. Sin embargo, Águeda continuó leal a Cristo, por lo que fue entregada nuevamente a Quinciano, que decidió procesarla. Inmediatamente quiso poseerla, según las Actas, se había enamorado de Ágata, “cuya belleza excedía a la de todas las doncellas de la época”. Fue rechazado varias veces y ante la contestación negativa de la joven, procuró la asistencia de Afrodisia, que regenteaba un prostíbulo.
También se recurre a ella con los males de los pechos, partos difíciles y problemas con la lactancia. Fue una joven siciliana de una familia distinguida y de singular hermosura que vivió en el siglo III. El senador Quintianus procuró tenerla utilizando las persecuciones que el emperador Decio realizó contra los cristianos. El Senador fue rechazado por la joven que ya se había comprometido con Jesucristo.
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Juntos planearon que para poseer a Ágata, había que hacerle perder la pureza (ambos no sabían que era cristiana). Ha sido, sin miedo a exagerar, entre las santas más cantadas de la antigüedad por versistas, escritores y llevada a la pintura y estatua. En exactamente la misma liturgia romana tuvo el honor de ser reverenciada desde la mucho más recóndita antigüedad como lo revela que fuera incluida en el viejo Canon Romano. Santa Águeda es la protectora de las mujeres generalmente, así como de las patologías propias de este sexo como de los partos bien difíciles, los inconvenientes de la lactancia o el cáncer de mama. Tristemente, poco podemos decir acertadamente de Águeda, salvo que fue torturada en el siglo III, bajo Decio.
Quintianus intentó con asistencia de una mala mujer, Afrodisia, convencer a la joven Águeda, pero esta no cedió. Según la tradición oral, era una hermosa joven virgen siciliana integrante de una familia distinguida que vivió en el siglo III. Ya sea Ágata en italiano, o Águeda en castellano, ambos nombres significan “la buena, la virtuosa”, es una latinización del nombre heleno Agathe, derivado de la palabra agathos “buena”. Así, el gobernador la hizo llevar con artimañas a una casa de mujeres de mala vida y estarse allí un mes, pero nada ni absolutamente nadie lograron que quebrantara el juramento de virginidad y pureza que le había hecho a Dios. Cuenta la tradición que por mucho que lo intentaron no pudieron violentarla, ya que Ágata se defendió con uñas y dientes. El gobernador, asombrado por su resistencia, mandó que la llevaran a su mansión donde le prometió riquezas si se acostaba con él pero aún de esta forma prosiguió sosteniendo su voto de castidad.
Devoción Y Celebraciones Populares El 5 De Febrero
Se sabe de ella que nació y murió en el siglo III y que era natural de Catania . Según cuentan el volcán Etna logró erupción un año tras la muerte de la Santa en el 250 y los pobladores de Catania solicitaron su intervención consiguiendo detener la lava a las puertas de la región. Desde ese momento es patrona de Catania y de toda Sicilia y de los aledaños del volcán e invocada para impedir los daños del fuego, rayos y volcanes.
La “passio” más vieja es del siglo V, y ha otras del mismo modo de viejas en latín o griego, aunque difieren en detalles y concurren en manifestarse escritas por testigos oculares, un mal endémico de la literatura hagiográfica. La primera versión que se hace conocida y que aún es la que hoy se conoce, es la de San Simeón Metafastre . Los escritores sagrados tampoco coinciden todos en algunos puntos, por servirnos de un ejemplo el martiologio de San Beda la pone sufriendo bajo Diocleciano. Por suerte, en lo que coinciden tanto autores como testimonios del culto y, el más importante, el del sepulcro, es en hacerla oriunda de Catania, Sicilia. Se la ha representado en el martirio, colgada cabeza abajo, con el verdugo armado de tenazas y retorciendo su seno. También sosteniendo ella misma la tenaza y un ángel con sus senos en una bandeja o ella misma portando la bandeja con sus pechos.
Por último, y por una extensión fácilmente comprensible, pasó a invocarse como patrona de los constructores de campanas (estas anunciaban la aparición de un fuego). En esta etapa de su encarcelamiento recibe la visita milagrosa y confortante del apóstol San Pedro. La constancia de Águeda encuentra réplica en la tozudez de Quinciano, que vuelve a la carga, haciéndole renovadas instancias y disponiendo, al final, suplicios que le acarrearon la muerte.
Dadas estas palabras, Quinciano ordena una vez más a Águeda que reniegue de Cristo, y para inducirla a pensar la encarcela. Pero al día siguiente, frente al nuevo rechazo de la joven, establece que sea sometida a la tortura. Al verla aprontar los suplicios con valor, Quinciano ordena que le sean arrancados los pechos.
Su actitud provoca la furia del gobernador, quien ordena le arranquen los pechos, y la envía una vez más a prisión. Tras ciertos días la llevan nuevamente al tribunal y la someten a nuevo interrogatorio. La popularidad de su virtud heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos sugerentes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios después de su muerte.