Tras Villafáfila, Fernando II emprendió viaje hacia Nápoles con la reina Germana, previo paso por Génova. Tras la muerte de Isabel la Católica, las relaciones entre Fernando II y el Enorme Capitán no pasaban por un bueno momento, y el monarca deseó asegurarse completamente de la posesión de sus tierras italianas aun a costa de tomar una medida impopular, como era la de separar a Gonzalo Fernández de Córdoba del mando napolitano y reemplazarlo por nobles y burócratas aragoneses de su entera confianza. Esta caída en desgracia de Gonzalo Fernández de Córdoba ante el rey fue uno de las causas, e inclusive el primordial, del descenso de popularidad del Rey Católico en Castilla; pero dejando aparte la decepción del militar y de sus compañeros de rango, el monarca se mantuvo siempre leal a su habilidad como estratega político, ya que enseguida percibió que era hora de dejar las armas en Italia para pasar a la administración burocrática.
La trayectoria escencial de Fernando II de Aragón y V de Castilla refleja perfectamente la transición entre los tiempos medievales y modernos, encarnando el paso de unos estados situados en la periferia de Europa a un Imperio plurinacional convertido próximamente en la mayor capacidad del mundo. Fernando II de Aragón, futuro Fernando el Católico, nació diez de mayo de 1452 en la ciudad zaragocí de Sos, famosa el día de hoy no por al azar como Sos del Rey Católico. Por otra parte, Fernando de Aragón fue un consumado bibliófilo y reunió entre las bibliotecas más importantes de su época, enriquecida por las aportaciones familiares que le llegaban desde Italia. En especial desde el momento en que fue liberado, mantuvo contacto con sus hermanos y con su madre, que vivían exiliados en Ferrara. Se expone como una reflexión sobre el tipo de instrucción que debería recibir el duque, aunque acaba transformándose en una diatriba antiespañola. VALLEJO, Luca (coord.), Los Reyes Catlicos y la monarqua de Espaa, (Exposicin, Museo del Siglo XIX, Valencia, septiembre-noviembre de 2004), La capital española, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2004.
Fernando Ii Rey De Aragón Y V De Castilla (1452-
Luego de prometer respetar todos y cada uno de los derechos del Reino, los habitantes del mismo admitieron que Navarra fuese incorporado a la Corona de Castilla. A lo largo de su orden en los reinos de la Corona de Aragón, el talentoso rey no efectuó cambios en ninguno de los puntos políticos habituales de su pueblo, lo que le ocasionó múltiples inconvenientes para concentrar el poder en sus manos. A pesar de eso, derogó la mala utilización de los contratos de enfiteusis, lo que le dio una cuota de necesaria justicia a los dueños de las tierras. Además de esto, favoreció al avance económico merced a la introducción de los consulados aragoneses y de los gremios, que le abrió las puertas al comercio de modelos como la lana.
La dama escogida fue Úrsula Germana de Foix, sobrina del rey de Francia, en virtud del Tratado de Blois, firmado el 12 de octubre de 1505 y a través de el cual, a través más que nada del citado matrimonio, Fernando el Católico se aseguraba una tregua con sus antaño contrincantes galos que iba a ser útil para acometer una reorganización interna de sus territorios ibéricos y mediterráneos. Tal fue la esencia de este “matrimonio por razón de estado”, como lo bautizó en su día y lo analizó detenidamente el erudito José Mª Doussinague. La más plácida y feliz relación con todos y cada uno de los territorios que formaban una parte de la Corona de Aragón la mantuvo Fernando II con el reino de Valencia, que, al revés que Aragón y Cataluña, vivía una temporada de enorme apogeo económico debido al comercio, prosperidad tan sólo alterada por ciertos residuos de las terribles banderías que habían asolado el territorio a lo largo de la primera mitad del siglo XV. En 1996, bajo el patrocinio de la Institución «Fernando el Católico» de Zaragoza, vio la luz otro trabajo colectivo presentado por Esteban Sarasa, donde diversos expertos glosaban la figura del Rey Católico desde tan distintas como ejemplificantes perspectivas. Posteriormente, salió de las prensas la completísima, rigurosa y trabajada biografía fernandina realizada por el instructor Belenguer Cebriá, cuya primera edición data de 1999 y que ha sido reeditada, ampliada y corregida en los años siguientes. Se trata de un estudio ejemplar sobre el monarca, y, como resulta lógico, también de obligada consulta para los interesados en agrandar su conocimiento sobre el Rey Católico.
La Regencia En época De Juan Ii (1406-
Ha plazido a Nuestro Senyor, después de muchos y enormes trabajos, costos y fatigas de nuestros reynos, muertes e derramamientos de sangre de varios de nuestros súbditos e naturales, dar bienaventurado fin a la guerra que he tenido con el rey e moriscos del reyno e çibdad de Granada; la qual tenida y también ocupada por ellos más de seteçientos y también ochenta años, oy, un par de días de enero d’este año de noventa e 2, es venida a nuestro poder e señorío… El joven Fernando tomó próximamente a instancias de su padre parte activa en la administración del estado, participando en la contrariedades bélicas y políticas de la extendida contienda, lo que le daría un precoz estudio de las cuestiones militares y de gobierno, circunstancia que sus biógrafos tienden a relacionar de manera directa con las habilidades demostradas posteriormente como gobernante . Después de firmar su testamento, en el que nombraba a su hija Isabel como primordial heredera de los reinos de Castilla y Aragón, Fernando V murió el 23 de enero de 1516. Se calcula que su muerte ha podido ser causada por una sobredosis de cantárida, una receta que se empleaba como afrodisíaco. Otra de las intervenciones importantes realizadas en su mandato, fue la del control de Navarra, en donde había estallado la guerra civil.
Por supuesto, entre los mucho más enormes y el que puso los cimientos del Imperio español de los siglos XVI y XVII, la mayor potencia del orbe. Fernando envió una expedición en 1509, estructurada por el cardenal Jiménez de Cisneros, inquisidor general, que conquistó Orán, Bujía y Trípoli. Un año después, en 1510, la Santa Sede le concedió el reino de Nápoles y en 1511 participó con el papa Julio II y Enrique VIII de Inglaterra en la Liga Santa contra Francia. A lo largo del reinado se restableció la paz en el campo catalán y se promovi el avance de la economía castellana ingresando los consulados y los gremios.
Debido a la muerte de Alfonso de Castilla, la infanta Isabel se transformó en la primordial heredera de Castilla, lo que hizo que su padre Juan II comenzara a gestar un matrimonio por el poder entre ella y su hijo Fernando, lo cual al final se causó en octubre de 1469. Estaba muy deshecho pues le sobrevinieron cámaras, que no sólo le quitaron la hinchazón que tenía de la hidropesía, pero le desfiguraron y consumieron de tal manera que no parecía él. Y a la verdad, su patología fue hidropesía con mal de corazón, si bien algunos desearon decir que le habían dado yerbas, pues se le cayó alguna una parte de una quijada; pero no se pudo comprender de determinado mucho más de que varios pensaron que aquel potaje que la reina Germana le dio para hacerle fuerte le postró la virtud natural. Mostró sentimiento el rey don Fernando allí de aquellos grandes y nobles de Castilla, cómo sin cabsa lo aborreçieron y mostraron enemiga; y pensaron que de otra forma se ovieran allí con el rey don Felipe. Sea como fuere, lo cierto es que Fernando el Católico fue uno de los mejores monarcas de los siglos medievales y modernos.
Fernando apoyó el programa espiritual de la reina por medio del espíritu de «cruzada» y el exclusivismo religioso; prueba de ello es la conversión forzosa de los moriscos granadinos y la expulsión de los judíos en 1492. Fernando colaboró de una manera activa con Isabel en todos y cada uno de los asuntos referentes a Castilla, adems de los de Aragón y la política exterior. En 1476 organizaron la Santa Fraternidad, una institución que tenía su milicia, dedicada a resguardar la población rural de los bandoleros y almacenar el orden en los despoblados.
Por este motivo, la realización de una entrada real en Nápoles el 1 de noviembre de 1506, acompañado de la reina Germana y con todo el ceremonial inseparable a la propaganda ideológica de la dominación aragonesa de Italia, significó un hito de relevancia en la madurez del tercer rey de Nápoles llamado Fernando. Cubierto de todos los suyos, Fernando I de Aragón falleció en Igualada, el 2 de abril de 1416, después de 4 años de reinado que, en realidad, fueron únicamente los dos finales. Por lo que respecta a la opinión de sus coetáneos, en líneas generales, los testimonios, como el ejemplo expuesto previamente de Pérez de Guzmán, exaltan las virtudes éticas y morales del rey Fernando, principalmente la lealtad a las disposiciones testamentarias de su hermano Enrique el Débil, algo no bastante frecuente en los tiempos medievales. Sus talentos de mando y su habilidad política resultaron fundamentales a fin de que la transición entre Enrique III y Juan II se llevara a cabo pacíficamente, sin conflictos bélicos internos, lo que le ha valido un justo reconocimiento por parte de la historiografía castellana de hoy. No obstante, hay un aspecto que, por su escasa relevancia en las fuentes oficiales, no fué calibrado con referencia a Fernando, y es la profunda desilusión que, en Castilla, causó su candidatura a la corona de Aragón.
Disposiciones Políticas (1414-
En el último mes del año de 1460 Juan II ordenó la prisión del príncipe de Viana, lo que encendió la sublevación de los catalanes y la reanudación de la guerra en Navarra. El príncipe Fernando, en el séquito real, fue trasladado de un ubicación a otro, de Fraga a Zaragoza, pues el peligro le avizoraba. Por contra, la historiografía catalana, sin entrar en la dificultad jurídica del Compromiso de Caspe, ha visto a Fernando como un castellano extranjero, sin vinculación con el reino que había conseguido, y el primer factor de separación del pactismo aragonés, destruido a lo largo del siglo XV por la llegada al poder de un estirpe español.
Siendo de edad de siete años, en la que convenía estudiar letras, dio señales de excelente talento y de enorme memoria. Mas la maldad de los tiempos y envidia de la fortuna despiadado, impidieron el gran ingenio del Príncipe, que era aparejado para las letras, y lo apartaron de los estudios de las buenas artes; porque comenzando a enseñarse a leer y escribir, como en España se habitúa, y entrando ahora en Gramática, movióse la guerra que Don Carlos, mal persuadido de algunos, hizo cruelmente contra su padre; y de esta forma fue quitado de las letras y estudios. El rey logró mantener la lealtad de Aragón, Valencia y Sicilia en frente de la revuelta de Cataluña, donde se le consideró desposeído de la Corona, pese a haber forzado que Fernando fuera jurado como heredero y lugarteniente general de Principado.
Visto que, tras la muerte de Fernando, y con la excepción de Alfonso (mucho más preocupado de los temas italianos), los nobles mucho más poderosos de Castilla fueran herederos del reino de Aragón, incrementó la tensión entre ambos poderes, que reventó en las famosas pugnas entre los infantes de Aragón y el condestable de Castilla, Álvaro de Luna, luchas que centrarían el devenir de ambos reinos a lo largo de la primera mitad del siglo XV. Como curiosidad, también se debe a Fernando de Antequera la entrada del ambicioso noble en la escena política peninsular, ya que don Álvaro era sobrino-nieto de Benedicto XIII y, entre las resoluciones pactadas entre papa y monarca aragonés, se incluyó que el futuro condestable, apenas un niño de diez años entonces, entrara en servicio de Juan II de Castilla como paje. Estando todavía en Génova, Fernando recibió la noticia de la desaparición de su yerno Felipe, rey de Castilla, acontecida el 25 de septiembre de 1506. El inesperado suceso le forzó a improvisar sobre la marcha, pues si bien Italia era de su máxima preocupación, los mensajes que llegaban sobre Castilla eran alarmantes, dada la profundísima depresión en que cayó la reina Juana tras la desaparición de su esposo y el caos gubernamental adyacente. Fernando reorganizó la fiscalidad y la tesorería de Nápoles y nombró como virrey a su sobrino, Juan de Aragón, Conde de Ribagorza, emprendiendo velozmente el camino de regreso hacia España. Llegados a Valencia en el mes de julio de 1507, dejó a su mujer, Germana de Foix, como gobernadora de Aragón y cabalgó raudo hacia Castilla, alcanzando al cortejo fúnebre que transfería el cadáver de Felipe hacia Granada en la villa de Tórtoles de Esgueva .