Pero si los cultivadores devienen liberales, o sea, burgueses conscientes, los jornaleros se convertirán siempre en cartistas y socialistas, o sea, proletarios conscientes. Se ve que el movimiento de la clase trabajadora gana del mismo modo las zonas agrícolas retiradas, equilibrados, intelectualmente fallecidas, y dada la miseria que reina en ellas, se implantará pronto con tanta solidez y resolución como en los distritos industriales. Pero existen muchas de ellas en las que la situación es bastante peor, en particular aquellas donde se explota las vetas delgadas de carbón.
Pero era un cementerio de pobres, el lugar de reposo de los indigentes y de los innecesarios, y absolutamente nadie se ha molestado en absoluto. No se han tomado el trabajo de transferir los cadáveres que todavía se encontraban enteramente descompuestos en la otra parte del cementerio. Se ha cavado donde lo requería la línea, y se pusieron estacas en tumbas recientes, de modo que el agua del suelo cenagoso sobresaturada de materias putrefactas aflora a la área, extendiendo por los aledaños los gases mucho más nauseabundos y nocivos.
Las Diferentes Ramas Industriales
A continuación, los obreros de todo un ramo productivo local contra el burgués individual que los explota de forma directa. Lanzan sus ataques no solo contra las condiciones burguesas de producción, sino más bien contra los mismos instrumentos de trabajo. Destruyendo las mercancías de la competencia, destruyendo las máquinas e incendiando las fábricas, tratan de recobrar la situación, definitivamente desaparecida, del obrero medieval.
Los proletarios no tienen nada propio que asegurar; sino destruirán, antes bien, todo género de garantías y seguridades privadas precedentes. Todos los movimientos anteriores han sido movimientos de minorías en interés de minorías. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de la enorme mayoría en interés de la inmensa mayoría. El proletariado, la capa más baja de la actual sociedad, no puede levantarse ni menear su yugo sin hacer saltar en trozos toda la superestructura de las capas que conforman la sociedad oficial. La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. En cuanto que simples soldados rasos de la industria, los obreros se ven sometidos a cargo de una jerarquía de suboficiales y oficiales.
El único recurso en este caso es la buena educación, a falta de la que sobrevendría una quiebra nacional y otros horrores, porque entonces sería ineluctable una revolución de los obreros. Si bien la concentración de la población tiene un efecto incitante y favorable sobre la clase poseedora, exactamente la misma hace progresar también considerablemente más de manera rápida la evolución de la clase trabajadora. Los obreros empiezan a estimar que ellos constituyen una clase en su integridad, toman conciencia de que, débiles aisladamente, representan todos juntos una fuerza. Se incentiva la separación con respecto a la burguesía, la elaboración de concepciones e ideas adecuadas a los trabajadores y a su situación, la conciencia que tienen de ser oprimidos se impone a ellos, y los trabajadores consiguen una importancia social y política.
Las Clases Sociales En La España Del Siglo Xxi (iii): Los Ricos No Se Retratan En Las Investigaciones
Verdaderamente es imposible llevar a cabo reproche a esos ilotas de la sociedad moderna si sus viviendas no son más limpias que las pocilgas que se encuentran aquí y allí en la mitad de ellos. Este es un caso que no es extraño en esa región; y esa planta baja abierta sirve generalmente de sitio de desahogo para todo el vecindario por carecer de locales apropiados. Mencionaré también que casi todas las industrias se establecen al lado de las tres corrientes de agua o de los diferentes canales que se ramifican a través de la ciudad, y voy a describir en este momento los distritos obreros propiamente dichos. Contamos primeramente la ciudad de Manchester, entre el límite norte del distrito comercial y el Irk. Allí las calles, aun las mejores, son angostas y tortuosas —Todd Street, Long Millgate, Withy Grove, y Shudehill por poner un ejemplo— las casas son sucias, vetustas, deterioradas, y las calles lindantes completamente horribles.
Previamente he probado con la ayuda de cien ejemplos —y hubiera podido citar cientos más— que, en las condiciones recientes, el obrero no puede salvar su calidad de hombre sino más bien por el odio y la rebelión contra la burguesía. Y es merced a su educación, o más bien a su falta de ella, tal como al calor de la sangre irlandesa que pasó en enorme proporción a las venas de la clase obrera inglesa, que es con la capacidad de protestar con la mayor pasión contra la tiranía de los poseedores. El obrero inglés ya no es un inglés, no es como su rico vecino, un hombre de dinero ambicioso; tiene sentimientos plenamente desarrollados, su flema nórdica innata se compensa por la libertad con que sus pasiones pudieron realizarse y conseguir sobre él un dominio total.
La Comuna De París, La Primera Gran Revolución Obrera
Ser joven se convirtió en una aspecto de peligro para ser explotado, aunque la clase social de los progenitores, e de forma indirecta, el nivel de estudios, marca la mayor o menor protección frente a este riesgo. La verdad es que, como nos recuerdan todos los días los medios y las estadísticas, los jóvenes forman un colectivo muy castigado por el desempleo (mucho más del 55% en estos momentos) y por condiciones de trabajo peores al resto de los empleados de más edad. El “precariado de cuello blanco” de los servicios (clase VII, en la clasificación aquí utilizada) adjuntado con los excluidos del mercado de trabajo y los parados de larga duración forman para muchos el nuevo proletariado, frente al viejo proletariado de los trabajadores manuales (cualificadas y no cualificados; clases VIII y IX). De este modo y con el avance económico y tecnológico acontecido en el siglo XX, el concepto de proletariado ha ido evolucionando al lado de la aparición de fenómenos como la socialdemocracia o el neoliberalismo y la aparición y crecimiento de las clases medias en las sociedades occidentales primordialmente. Según las bases del comunismo, las precarias condiciones en las que el proletariado desempeña su labor profesional provocarán una reacción de la clase obrera, traducible en determinado punto como lucha de clases.
Jamás se había afirmado tan claramente, tan claramente que los proletarios sólo hay para ser explotados por los poseedores y para fallecer de hambre en el momento en que éstos no puedan utilizarlos. Mas de ahí que del mismo modo la novedosa ley de pobres ha contribuido de forma tan definitiva a la aceleración del movimiento obrero y en especial a la propagación del cartismo; y como esa ley se ha aplicado principalmente en el campo, ha facilitado por ende el avance del movimiento proletario que está apareciendo en los distritos rurales. Es verdaderamente significativo, exactamente, que la confección de artículos que se usa para el adorno de las damas de la burguesía tenga las secuelas mucho más tristes para la salud de los obreros ocupados en este trabajo. Ya lo hemos visto en el caso de la confección de encajes, y ahora disponemos, como nueva prueba de ello, las tiendas de modistas de Londres. Esos establecimientos dan ocupación a un elevado número de muchachas jóvenes —unas 15 mil en suma— que viven y comen en exactamente la misma casa donde trabajan, la mayor parte procede del campo y así son completamente esclavas de sus patronos. A lo largo de una temporada que se prolonga unos 4 meses del año, la duración del trabajo, incluso en los más destacados establecimientos, llega a 15 horas cotidianas, y cuando el trabajo urge, 18 horas.
El Resto Ramas Industriales
En las condiciones de vida regulares, o sea, cuando ni capitalistas ni trabajadores tienen respectivamente fundamentos para competir entre sí, cuando el número de obreros es precisamente aquel que se puede emplear para crear las mercancías demandadas, el salario será un tanto superior al mínimo. Las pretensiones promedio y el nivel de civilización de los trabajadores determinarán en qué medida será superado. Si los trabajadores están habituados a consumir carne múltiples ocasiones a la semana, los capitalistas tendrán, de hecho, que amoldarse a pagar a los trabajadores un salario bastante a fin de que puedan procurarse tal alimento.
En el caso de accidentes de ese género, que implican o no incapacidad para el trabajo, los industriales abonan como máximo los honorarios del médico, y en las situaciones extraordinariamente graves, abonan el salario a lo largo del régimen, pero les importa un bledo la suerte ulterior del obrero si por el momento no puede trabajar mucho más. Ahora hemos visto en la introducción que la población que trabaja en los sectores mencionados anteriormente había sido arrancada de sus condiciones de vida precedentes por la aparición de novedosas máquinas. Por tanto no debemos sorprendernos de que los progresos de los descubrimientos mecánicos la hayan afectado, después asimismo, de forma más sensible y perdurable. La crónica de la industria del algodón, así como se puede leer en las obras de Ure y Baines, entre otros muchos autores, está llena de ejemplos de novedosas mejoras; y la mayoría fueron introducidas asimismo en las demás ramas industriales a que nos hemos referido.