Juan Carlos De Borbon Biografia

El príncipe ascendió a continuación a los grados de general de brigada de los ejércitos de Tierra y Aire, y a contraalmirante de la Armada. El 15 de junio de 1971 fue designado por ley para substituir interinamente al jefe del Estado en el caso de ausencia o incapacidad. El ritmo de la Guerra Mundial llevó a meditar a los consejeros de don Juan que, al terminar la contienda, los socios occidentales invadirían España, y ante esa situación el conde de Barcelona publicó el Manifiesto de Lausana, de fecha 19 de marzo de 1945.

El rey había optado, entonces, por un político más joven y que conocía desde hacía tiempo, si bien suscitaba recelos entre la oposición democrática. Sin embargo, el proceso estuvo en todo momento condicionado por las acciones terroristas de ETA y por los intentos de la extrema derecha y de una parte del Ejército de romper violentamente el proceso hacia la democracia. En octubre, antes del célebre hecho en Chile, una encuesta efectuada por un centro de demoscopia mostró que el 69% de los españoles consideraba a la monarquía parlamentaria el sistema político ideal para España, en frente de un 22% que preferiría una república, y que la Corona era la institución mucho más valorada en todos los tramos de edad y en todas y cada una de las clases sociales, con una nota media para su actuación de 6,5. Tras el desplante en la Cumbre Iberoamericana, header de la prensa de españa recalcaron que la posición de don Juan Carlos había salido “reforzada”. Estos 2 movimientos sin precedentes, el primero espontáneo y el segundo meditado, de don Juan Carlos, que nunca antes había sido visto enojado en público y menos, como es lógico, encararse con un dignatario internacional, tuvieron una inesperada repercusión y dañaron negativamente a las relaciones entre España y Venezuela, aunque la proposición de Madrid fue que el único culpable de la bronca había sido Chávez, por su accionar “inapropiado y no aceptable”. A pesar de que la presidenta anfitriona, Michelle Bachelet, procuró restar relevancia a lo sucedido, y que Zapatero regresó a España dando por zanjado el tema con un tono de aviso (“espero que sea la última vez”), Chávez, a la inversa de lo que se le pedía, azuzó y magnificó la polémica volviendo a la carga declarativa.

Príncipe Felipe

Así, su función más señalada consistió en aliviar los ánimos de varios militares, sobre todo respecto a algunas resoluciones tomadas por el Gobierno, como la legalización del Partido Comunista. Además de esto, parte del Ejército acusaba al Gobierno de UCD de pasividad frente a las acciones terroristas de ETA, más que nada en los meses finales de Adolfo Suárez como presidente. Todo ello incitaba a los militares menos tendentes a las reformas democráticas a la intervención para detener o limitar, según su interpretación, el proceso hacia la democracia. La Ley de Sucesión de 1947 establecía que el sucesor de Franco sería nombrado por nuestro dictador «a título de Rey o de regente». La mala relación entre Franco y Juan de Borbón descartó al padre de Juan Carlos para la sucesión, pero dejaba a su hijo como uno de los aspirantes con muchas posibilidades. Sin embargo, no era el único y Franco postergó su decisión, fomentando las esperanzas de otros pretendientes.

Desde la designación de Juan Carlos como sucesor a título de Rey, se inició un difícil periodo en la vida de don Juan y de Juan Carlos. El conde de Barcelona no renunciaba a ninguno de sus derechos y al unísono no interfería en la actuación de Juan Carlos, que sostenía también una actitud de relativo silencio; el príncipe no podía expresar con total claridad sus objetivos políticos para el futuro, aunque estos fuesen muy indefinidos, ante el riesgo de quebrar la seguridad que Franco tenía en él. Además, padre y también hijo no podían manifestarse como enfrentados entre sí, ni como en una connivencia que tendría como resultado desmontar el régimen de Franco, cuando este hubiese muerto. A inicios de los años sesenta, y con ocasión del compromiso matrimonial del príncipe Juan Carlos con la princesa Sofía de Grecia, Juan de Borbón puso todos y cada uno de los medios para que el último en darse cuenta fuera el general Franco. El fundamento era que la boda del futuro Rey de España no debía ser aprobada por las Cortes españolas. Este suceso selló en Franco la casi definitiva resolución de excluir a Juan de Borbón como su sucesor a título de Rey.

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Doña Cristina vino a agrandar la Familia Real el 13 de junio de 1965, y dos años y medio más tarde veía la luz el príncipe heredero, Felipe de Borbón. Han sido décadas de varios óbices y adversidades, pero los peores años del Monarca en particular y de la Familia Real en general fueron estos últimos. A la cabeza, los problemas de su yerno Iñaki Urdangarin, encausado por presunta corrupción por el llamado Caso Nóos, y las inquietudes sobre la actuación de su hija, la infanta Cristina. Le prosigue su inoportuna cacería en Botsuana, donde se rompió la cadera y salió a la luz que la princesa alemanaCorinna zu Sayn-Wittgenstein estaba con él.

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El fracaso del 23-F supuso un punto de cambio que afianzó finalmente la democracia española y la imagen del monarca dentro y fuera del país. Significativos fueron los encomios liderados a don Juan Carlos por el secretario general del Partido Comunista , Santiago Carrillo, quien en 1975 le había colgado el apodo de El Corto. En los años siguientes, don Juan Carlos, sin desempeñar ahora ningún papel aparente en la política nacional, recibió múltiples premios y distinciones, y su ejecutoria fue citada a menudo como ejemplo a continuar en hipotéticos escenarios de restauración monárquica en repúblicas que afrontaban una transición desde la dictadura a la democracia. La referencia española estuvo muy que se encuentra en los movimientos legitimistas, en su mayor parte poquísimo consistentes, emprendidos por múltiples casas reales sin trono de la Europa del Este a causa de los hechos revolucionarios de 1989, en particular la búlgara, que encabezaba el rey exiliado en España Simeón II, a la sazón un óptimo amigo del Borbón. Los príncipes consortes fijaron su residencia en el Palacio de la Zarzuela, en las cercanías de Madrid, y entre 1963 y 1968 tuvieron tres hijos, las infanta Elena y Cristina, y el infante Felipe, futuro príncipe de Asturias.

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Aparte de su trabajo durante la Transición, hay que poner énfasis su tarea diplomática tanto dentro como fuera de nuestras fronteras durante estas décadas. A destacar, el impulso en las relaciones con Latinoamérica, Oriente Próximo y el Norte de África. Todo parecía proseguir el guión establecido hasta el momento en que la boda de Carmen Martínez-Bordiú —nieta del general— y Alfonso de Borbón y Dampierre puso en riesgo su porvenir como rey, más allá de ser nombrado sustituto el 22 de julio del 69. “Algunos están contentísimos de que me haya marchado”, ha declarado, misteriosamente, a la historiadora Laurence Debray, autora del ensayo Mon roi déchu (”Mi rey caído”, en francés), que la editorial Depósito publicará en Francia el 6 de octubre y Enfrentamiento en español en 2022. Debray entrevistó en la primavera pasada a Juan Carlos de Borbón en Abu Dabi, donde radica desde el verano de 2020.

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El 14 de mayo de 1977 el conde de Barcelona, que había demostrado ser un hombre de convicciones democráticas, trasfirió a su hijo sus derechos dinásticos y la jefatura de la Casa Real, una vez constatado el deber adquirido por don Juan Carlos en la restauración de la democracia en España. Franco aclaró que la designación de don Juan Carlos era una “instauración”, no una “restauración” de la monarquía borbónica, convencido como se encontraba de que el por el momento príncipe, una vez fallecido él, se supeditaría al esquema político-jurídico del régimen surgido del alzamiento militar del 18 de julio de 1936. La designación de don Juan Carlos como príncipe de España en vez de príncipe de Asturias, título clásico de los herederos de la Corona, sirvió para marcar la diferencia del proyecto monárquico franquista. El futuro príncipe y monarca nació y medró en la ciudad más importante italiana, sitio de exilio de la familia real luego de verse obligada a dejar España por la proclamación de la Segunda República en 1931, y más tarde en Lausana y Estoril , donde los Borbones recalaron en 1946 tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. En Friburgo estuvo múltiples meses internado en un estricto instituto regido por los Padres Marianistas y en Estoril asistió a clases en una escuela local bajo la tutoría del secretario político de su padre, Eugenio Vegas Latapié. El 2 de junio y tras haber realizado su último viaje como Soberano a Lisboa para presenciar la final de la Champions que encaraba al Real La capital de españa y al Atlético de La capital española, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy citaba con premura a los medios de comunicación para anunciar el deseo de don Juan Carlos de renunciar al trono a favor de su hijo, el Príncipe de Asturias.

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Así, Chávez afirmó que “al rey lo debieron agarrar” por el hecho de que “se puso muy bravo, como un toro”, que el monarca “no me puede hacer silenciar” pues “es tan jefe de Estado como yo, con la diferencia de que yo soy electo”, y que don Juan Carlos “dirige la política exterior” española –extremo desmentido al punto desde La capital española-, tal que debía estar informado de los planes golpistas en contra suya. “Hay que acabar con los viejos resabios monarquistas. Que nos respeten, que no se crean superiores a nosotros. No somos subalternos de ninguna corona”, destacó Chávez, haciendo caso omiso de las invitaciones españolas a apostar por una “diplomacia callada” para sobrepasar el rifirrafe. Los años que transcurrieron desde 1970 hasta 1975 son un periodo difícil en las relaciones de don Juan con su hijo Juan Carlos, ya designado sustituto por Franco.

Ella debió renunciar a su fe cristiana ortodoxa y abrazar el catolicismo, que era la religión oficial de España. Juan Carlos contaba con el respaldo de ciertos personajes de la Administración y del Gobierno, quienes poco a poco persuadieron a Franco de que su candidatura era la mejor. Aunque, en un comienzo, el pretendiente afirmara que no saltaría la línea sucesoria de la casa de Borbón, a inicios de 1969 reconsideró la situación, ya que si él renunciaba, Franco podía estimar la opción de otros pretendientes para instaurar la Monarquía. El 22 de julio del mismo año las Cortes franquistas acataban la propuesta del dictador sobre su sucesión, tras prometer las Leyes Escenciales del Reino y los Principios del Movimiento Nacional. Juan Carlos recibió el título de Príncipe de España y no el de Príncipe de Asturias –título que reciben los sucesores reales en España-, en la intención de Franco de que no se pudiese denominar como rey a Juan de Borbón y de estimar a la Monarquía como una institución instaurada, y no restaurada.