Pedro de Tolosa era vecino de Tolosa y también hijo de Lazcano y María de Alvistur, también vecinos de dicha villa. No conocemos su historia previo a enrolarse en la expedición, aunque sabemos que en aquel instante tenía 20 años y que no sabía redactar, lo que era habitual en aquella época. Embarcó en la Victoria en Sanlúcar de Barrameda durante la estancia que la armada efectuó en esta localidad entre el 12 de agosto y el 20 de septiembre de 1519. Tolosa se alistó por un azar del destino, pues otro grumete sevillano, Pedro Maldonado, no se presentó en el momento en que las naves iban a partir. En la Victoria había otros tres grumetes vascos, Juan de Arratia de Bilbao, Ochote de Erandio de Bilbao y Juan de Sanfelices de Somorrostro, tal como un paje, Juan de Zubileta de Barakaldo, y un carpintero de Deba, Martín de Garate. Pedro de Tolosa nació en la localidad guipuzcoana de Tolosa y embarcó con 20 años en la nao Victoria, en la expedición de Magallanes-Elkano.
Escritor español, nativo de Madrid alrededor del año 1590 y fallecido en fecha y rincón desconocidos (pero siempre y en todo momento tras 1620, año en el que salió de la imprenta en La capital española su obra más conocida). Tolosa supuestamente no era tan buen hombre de negocios como explorador, ya que tenía menos minas y fundiciones que otros primeros empresarios mineros de Zacatecas. En 1594, sus hijos y otros testigos aseguraron que había fallecido en la pobreza, gastando la fortuna que había hecho en Zacatecas en expediciones para conseguir novedosas minas. Sus hijos, abandonados “sin medios y necesitados” solicitaron contribuye a la corona de españa en reconocimiento a sus aportes. Con todo, habría de transformarse en el escenario de las considerables ceremonias urbanas de los jesuitas en una localidad de tanto peso político, popular y religioso en la Castilla actualmente, como era Valladolid.
Tolosa (versión De
El destino más seguro fue su envío a la vivienda que estaban creando en Villagarcía de Campos, merced a la generosidad de Magdalena de Ulloa. En lo que iba a ser el noviciado de Castilla, se formaron ciertos arquitectos jesuitas y en Juan de Tolosa siempre y en todo momento se manifestó el sello de la iglesia del Instituto de San Luis. Este templo se transformó en modelo de muchas de las proyectos que se hicieron de los jesuitas en Castilla, si bien no únicamente su influencia se redujo al campo de la Compañía. Tolosa pudo intervenir para que su familiar Pedro pudiese arbitrar definitivamente sobre las obras del templo. He terminado de llevar a cabo una recopilación de hechos, sucedidos y personas de esta Villa que, adecuadamente organizados y clasificados, he convertido en un precioso archivo manuscrito efectuado con plumilla y tinta inglesa color berenjena, al que he que se titula &lsquoMi Historia de Tolosa&rsquo.
Y no obstante fueron treinta los que regresaron a Sevilla tras haber efectuado la primera circunnavegación. Doce de ellos llegaron unos meses más tarde, puesto que habían sido hechos presos por los portugueses en Cabo Verde y volvieron por Lisboa. Entre estos últimos se encontraba un grumete tolosarra, Pedro de Tolosa que, junto a Juan Sebastián Elkano, fueron los 2 únicos guipuzcoanos que completaron la primera circunnavegación de la tierra. Cuatro más eran vizcainos, tres de los cuales llegaron con Elkano y uno con Tolosa. Primero ha podido asociarse a las obras que se realizaban en el Instituto de la Compañía de su localidad natal.
Gutiérrez de Ceballos matiza esta afirmación, señalando que no es resultado de la continuación al pie de la letra del modelo de la iglesia romana del Gesù. Mucho más bien, el viñolismo había sido puesto de tendencia en la península por Juan de Herrera. Su libro de los cinco órdenes de la arquitectura se había traducido al español en 1593, siendo un canon casi obligado en el conjunto de lo que se construía en España.
La Banda Sonora De San Juan En Tolosa
El templo del mencionado Instituto valisoletano se concluyó en 1591, siendo consagrada inmediatamente. Las fiestas de San Juan, fiestas patronales de Tolosa, son muy sentidas por los y las tolosarras. Una mezcla entre el sentimiento de la noche mucho más corta y el verano, melodías que escuchas sólo a estas alturas del año, chispas y fogatas que nos purifican y regalan “buena suerte”, bailes que ponen los pelos de punta, y mucha pólvora. Costumbres que dejan en herencia familiares, y también instantes en los que gozar entre amistades. Las últimas referencias documentales que poseemos de Pedro de Tolosa corresponden a su participación en la Junta de Badajoz el 23 de mayo de 1524 en el enfrentamiento entre Portugal y España para saber a quién correspondían las Molucas. Tolosa testificó, al lado de Elkano, Acurio, Arratia y Zubileta, para evaluar el derecho de Castilla a la posesión del Maluco.
Realizando este trabajo, he podido observar que existe algún personaje que mis predecesores en el oficio omitieron nombrar en sus listados o relatos, salvo el pintor Hombrados Oñativia y también Iñaki Linazasoro. Hace 465 años que este vasco y presumiblemente hijo de la Villa a tenor de múltiples escritos y fuentes, fue parte de la primera ola de conquistadores que llegaron a Nueva España (México) tras la conquista de la Enorme Tenochtitlán (Localidad de México), y se le conoce como uno de los fundadores de Zacatecas. En lo que el día de hoy es Tlaltenango, ciertos indígenas le mostraron piedras refulgentes y después de investigar el origen de las piedras, viajó a tierra de los zacatecos de donde procedían. Juan de Tolosa empezó a examinar el Cerro de La Bufa y se llevaron varias cargas de mineral a eso que hoy es Nochistlán. Resultó ser plata de la mejor calidad que a lo largo de más de 300 años abastecería a la metrópoli, y de esta forma, el 20 de enero de 1548, adjuntado con Diego de Ibarra, Cristóbal de Oñate y Baltasar Tremiño de Bañuelos, hicieron la fundación formal de lo que es la Ciudad de Zacatecas (…).
Alarde De Tolosa
Primero como grumete, y después como despensero (responsable de los víveres) de la Victoria, fue testigo de excepción y protagonista de los hechos que tuvieron lugar a lo largo de la travesía. No obstante, la crítica especializada no pudo confirmar con datos legítimos su aventura militar en tierras de ultramar, como tampoco ha hallado testimonio ni referencia alguna sobre el enigmático título que se le asigna. Por entonces, el hermano Tolosa se encontraba dirigiendo la construcción del edificio del noviciado de Villagarcía, como tracista oficial de los jesuitas en Castilla. Con todo, esta iglesia de Valladolid no fue ajena a su persona, ya que puso supervisar las obras. Los trabajos de este jesuita se vincularon, sobre todo, a la continuación de las proyectos del templo. La fuente de inspiración de las construcciones de los jesuitas, fue especialmente Vignola.
Esto no solo hace distinguible la celebración tolosarra respecto de aquellas otras, sino explica también el que no haya práctica de llamarlo “alarde” dada la significación que, más que nada en Gipuzkoa, tiene esta palabra; como afirmábamos al comienzo, el pueblo tolosano más generalmente lo denomina como “los escopeteros y las escopeteras”. A continuación de la misa mayor en la parroquia de Santa María, aguardan a la procesión de San Juan en conocidos puntos del paseo por el casco viejo donde lanzan salvas de ordenanza. Una vez terminada esa marcha civil-religiosa, vuelven a formar en plaza Euskal Herria para las descargas finales. Por la tarde del mismo día de San Juan, las compañías solemnizan el cortejo que asiste a las tradicionales vísperas que se celebran en la parroquia y a las completas en la capilla de San Juan de Arramele.
No se sabe la fecha de llegada de Tolosa a América si bien aparentemente fue militar a lo largo de la Guerra de Mixtón de 1540 a 1542. Después de la guerra, Tolosa encabezó varias expediciones en pos de plata al lado de Miguel de Ibarra y un contingente de soldados españoles y esclavos indios. En lo que el día de hoy es Tlaltenango , los indios le enseñaron rocas que contenían plata y, el 8 de septiembre de 1546, encontró su sendero hacia el origen de las rocas en el Cerro de la Bufa en Zacatecas.
Los grumetes eran aprendices de entre 17 y 20 años, que se ocupaban de trepar a las vergas y recoger los cirios, remar en los bateles, cargar y bajar las mercancías, bastimentos, leña y agua, o apagar el fuego. Al llegar a los veinte años recibían un documento firmado por los oficiales del barco que lo acreditaba como marinero. Cobraban 800 maravedís por mes (equivalentes a 800€ recientes), cuatrocientos menos que los marineros.