La Dama Del Abanico

Esta obra es una de las últimas proyectos que pintó el artista antes de fallecer en el mes de febrero de 1918. En el momento en que entraron a examinar el estudio del pintor, esta obra se encontraba en el caballete. Las imágenes de las obras plásticas reproducidas en esta Web están reguladas por la legislación de propiedad intelectual, de acuerdo a los derechos que corresponden a sus lícitos sucesos. Con soltura, resalta el movimiento rebuscado de la figura, que vestida con peineta y mantilla, asoma su rostro, con picardía, tras el pericón que sostiene en la mano izquierda. Simples trazos de lápiz, hacen palpitar las lonas que vibran en armonía con el gesto de la dama. En la obra se puede ver un ave fénix, en japonés Suzaku, que pertence a las cuatro criaturas de la mitología de Japón.

la dama del abanico

De estos retratos la mayoría representan al rey, a sus mujeres y sobre todo a las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, por las que el monarca sentía una especial predilección. El retrato está resuelto con un pasmoso detallismo, aprendido por Sánchez Coello a lo largo de su estancia en Flandes. Y más que nada el increíble precaución puesto por el creador en la captación de los ojos, cuyos iris azules reflejados con todos sus matices de color y brillo son, por sí mismos, una pieza maestra de la pintura de españa. El riquísmo traje y el tocado, ambos cuajados de perlas, símbolo del estatus de la retratada, están también realizados con una precisión admirable.

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Tanto es de esta manera, que hay historiadores que han llegado a decir que es Francisca Velázquez, la hija del pintor. Mientras que otros charlan de una noble francesa que acusada de espía pasó un tiempo en España. También hay quien charla que podría ser el retrato de una cortesana o prostituta de las altas esferas. Imprime en alta definición cualquier obra disponible en nuestro catálogo en el tamaño y acabado que elijas.

La identificación de la dama del abanico con la duquesa de Chevreuse se ha discutido a la vista de los retratos indiscutidos de esta. El escote que luce la dama ha sorprendido a algunos críticos y se aseguró que se trataría de entre los retratos mucho más audaces y sensuales pintados por Velázquez, aunque la retratada vaya tocada con un extenso velo negro que envuelve los hombros, guantes blancos y un rosario de oro en la mano izquierda. La sensualidad de ese escote contrastaría con los usos recatados en el vestir de las damas españolas, aduciéndose que se enfrenta a la modestia demandada por la moral y las leyes contra el lujo y los excesos en el vestir dictadas por Felipe IV. Nada semeja conocerse sobre la procedencia de la obra antes de comienzos del siglo XIX, en el momento en que se documenta en la colección de Lucien Bonaparte, puesta en venta en Londres en 1815. El retrato fue conseguido por Alejandro María Aguado, marqués de las Marismas y volvió a salir en venta en París en 1843, siendo adquirido por James Mayer de Rothschild.

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Y, al lado de ellos, como atributo de la dama hace aparición el abanico que da nombre a la obra. El pintor barroco Diego Velázquez tiene con su firma numerosos retratos de individuos muy populares. Desde las imágenes de los miembros de la familia real para la cual trabajaba, hasta otros cargos importantes de la corte de españa, como el poderoso Conde Duque de Olivares, o el Papa de Roma Inocencio X. Por otro lado, ese atrevimiento, considerado inmoral por los mucho más puritanos de la temporada, contrasta con el velo que envuelven los hombros de la mujer, que además llevan las manos enguantadas, una medalla de tema espiritual con un lazo azul y hasta un rosario en su mano izquierda.

la dama del abanico

Dama cubierta con vestido de color noguerado, suntuosamente guarnecido por cadenetas doradas, con mangas rajadas y prominente cuello abierto por enfrente a la forma flamenca.

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Tal es así que hay un juego de sensualidad y de piedad de lo más peculiar, y por otra parte bastante extraño en la obra de Velázquez, el que siempre destacó por ser un increíble retratista por encargo, que manifestaba su genialidad en la forma de realizar los retratos y no tanto en elementos tan confusos como estos. Espadas, celadas o bastones, pañuelos, misales o guantes, eran complementos habituales en manos de retratados y retratadas, respectivamente, durante todo el siglo XVI. A esta galería de elementos se incorporó, procedente de Portugal, el abanico en representaciones femeninas como la de esta dama. Este elemento, cargado de significación simbólica al incluirse en un retrato, pasó prontísimo a transformarse en un instrumento galante propio de un elevado rango popular.

Por otro lado, Mujer con abanico constituye entre los casos, bastante frecuentes, en los que Blanchard realiza dos versiones de un mismo fundamento, plasmadas ambas en proyectos muy similares. En esta ocasión, aparte de la versión del Museo Reina Sofía, hay otra segunda llamada La dama del abanico, asimismo datada en 1916, perteneciente a una compilación particular de Santander. Alonso Sánchez Coello, pintor nacido en Valencia pero formado en Portugal y Flandes, sirvió a lo largo de más de treinta años como retratista en la corte de Felipe II y, pese a los incendios del Alcázar de La capital española y del Palacio de El Pardo, en los que se destruyó una gran parte de su obra, conservamos varios retratos de la familia real y de su ambiente.

En verdad, tanto la vida del pintor como la de la inmensa mayoría de sus retratados son muy conocidas y insignes. Sin embargo, también existen algunas proyectos suyas para las que todavía no se ha podido identificar al personaje principal, es el caso de esta Dama del abanico que realizó hacia 1640, y que el día de hoy pertenece a la Colección Wallace en Londres. Otro elemento a resaltar es el abanico plegable japonés que porta la dama, una incorporación a los usos y representaciones femeninas proveniente de Portugal, adonde llegaron los primeros abanicos orientales a finales del siglo XV. La bella modelo de este retrato, mira a su derecha dejando ver su hombro, y portando un abanico que apoya sobre su pecho, en un alarde de sutil sensualidad. Klimt jamás escondió su atracción por el arte japonés, que se llamaría japonismo en Europa y por sus símbolos. La dama del abanico es un cuadro de Diego Velázquez (1599 – 1660), pintado hacia 1635.

Sánchez Coello, Alonso

Cuando contaba unos diez años de edad, Alonso Sánchez Coello se trasladó con su familia a Portugal, donde empezó su educación artística. Conocedor del talento del joven, el rey portugués Juan III le costeó en 1550 un viaje a Flandes a fin de que completara allí su capacitación. Reproducción pintada al óleo sobre lienzo de «Mujer con abanico», del pintor simbolista y gerente austriaco del modernismo, Gustav Klimt. Estas últimas ediciones se basan en el audaz escote que muestra la mujer, todavía más pronunciado aún gracias a la concentración de luz que el pintor ubica sobre la piel de la retratada. Ese tipo de escotes no eran bien vistos en la corte madrileña, en verdad había sido prohibidos por ley en 1639. Sin embargo, no hubo de ser una ley demasiado efectiva puesto que debió ser apoyada varios años después.

En 1872 pasó a propiedad de Richard Wallace, integrándose en su compilación de Hertford House en Manchester Square , la cual fue legada por su viuda al Estado en 1897 y se abrió como museo (Colección Wallace) en 1900. El abanico fue un complemento reservado a las damas de clase alta, ya que era un producto de mucho lujo, elaborado con ricos materiales y comunmente importado. Su producción fue aumentando con el paso del tiempo y su uso salió popularizando, pero permaneció asociado al retrato femenino y, desde Velázquez a Picasso, preservamos interesantísimas muestras en el arte español. Eso sumando a que no esté acreditada la identidad de la mujer, dió pie a todo tipo de interpretaciones. Lo cual siempre es algo muy interesante en el momento de conocer una obra de arte, y más aún de un artista tan conocido como el creador de las Meninas.