La Rueca De Gandhi

Lo que las autoridades habían subestimado como una intrascendente escenificación política con tintes de espectáculo acabó en un lamento por la independencia coreado a lo largo y ancho del país. Por vez primera el variopinto puzzle de la población india –castas altas y bajas, hombres y mujeres, hindúes y musulmanes– se unía para protestar contra el dominio británico. Desde el día en que emprendió la Marcha de la Sal hasta que murió, 18 años después, Gandhi logró inyectar en la India un revolucionario combinado de política y espiritualidad. A su filosofía basada en la acción la llamó satyagraha, o fuerza de la realidad. Gandhi andaba a gran velocidad para ser un hombre de 61 años –el más veterano de la marcha– aquejado de reumatismo.

Más allá de la protección oficial que tienen, los dalits prosiguen padeciendo una discriminación generalizada que a veces se convierte en violencia. Forman parte a una India que tristemente Gandhi reconocería al momento. Pelkar se instaló en una cuarta parte sin agua ni luz. Para integrarse en la vida de la aldea, se cortó el pelo y aprendió el dialecto local. A lo largo de meses bregó con la soledad y se cuestionó si valía para aquello. En su cuarto tenía colgada una fotografía turbia de Gandhi.

Rueca Tipo Charkha

Pero en mi búsqueda de Gandhi, yendo en pos de su figura en medio del bullicio y la complejidad de la vida urbana y rural, conseguí dar con él. Su espíritu de desafío, elevado y aguerrido, despierta las campañas contra la corrupción, la violación, la violencia de castas y el arrase de los barrios de chabolas. La confianza y los logros crecientes de las mujeres evocan la reivindicación del líder a fin de que se las admitiera en la vida pública. En sus ashrams sentí el poder de su ejemplo de vida simple. Desde ciertos puntos de vista Gandhi fue un fracaso trágico, inútil, por poner un ejemplo, de eludir el enfrentamiento entre hindúes y musulmanes o la escisión de un Pakistán en mayoría musulmana.

la rueca de gandhi

Desde la época de Gandhi los pobres de la India se fueron quedando sin tierras por obra del desarrollismo oficial, los terratenientes corruptos y las catástrofes naturales, con compensaciones mínimas o nulas. En opinión de Rajagopal y su organización, Ekta Parishad (Asociación de la Unidad), se imponía reeditar la Marcha de la Sal. Para reclutar manifestantes, Rajagopal y una brigada de incondicionales invirtieron prácticamente un año en recorrer 26 de los 29 estados indios, llegando a ciudades como Chhatapur, en Bihar, entre los estados más pobres. Gandhi se formó como activista y organizador no en la India, sino más bien en Sudáfrica. Allí llegó en 1893, a los 24 años, como un abogado de provincias, y allí fue donde sufrió por vez primera en propia piel el racismo y la injusticia. En las prisiones de Suráfrica, donde fue recluido por encabezar manifestaciones contra las leyes racistas, Gandhi estudió la Biblia y el Corán, así como la obra de Tolstói, Thoreau y John Ruskin.

Llibres Detot es una librería virtual experta en medicina alternativa, esoterismo, ocultismo, parasicología, espiritualidad, autoayuda y terapias y salud alternativas. La solidaridad laboral domina en el pozo colectivo de Rasnol, una pequeña población de Gujarat. Este es solo uno de los miles de sitios de la India donde la Asociación de Mujeres Autoempleadas , un sindicato y cooperativa inspirados en Gandhi, ha arraigado de forma fuerte. Su fundadora, Ela Bhatt, define a la mujer como «el pilar de la sociedad rural». Los trabajadores extraen sal en Dharasana, Gujarat.

Después De Los Pasos De Gandhi

«Con cada giro la rueca hila paz, buena intención y amor», predicaba. Obedeciendo la tradición, unos 500 alumnos se dirigieron al paraninfo con sus ruecas portátiles. Sentados con las piernas cruzadas, sacaron sus balas de algodón y empezaron a tejer.

Por este motivo Gandhi usó la charkha como un símbolo del movimiento de independencia de la India y lo incluyó en versiones anteriores de la Bandera de la India. Para bastantes historiadores, biógrafos y activistas la Marcha de la Sal fue su logro mucho más puro. Con marchas, ayunos, desobediencia civil y la movilización de mujeres, jóvenes y desfavorecidos, Gandhi forjó una poderosa arma y la puso a disposición de los movimientos sociales. En la India se han producido incontables campañas no violentas inspiradas en Mahatma, similares más que nada con problemas medio­ambientales así como la deforestación y el represamiento. «Si eres fan de Gandhi, no predicas, actúas», me ha dicho P.

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En sus giras por el país, Gandhi siempre insistía en viajar en tercera clase, con los pobres. Una partera atiende a una mujer preñada en un área recóndita de Maharashtra. Desde 2013, los dispensarios móviles del ashram Sevagram de Gandhi perpetúan su compromiso con las necesidades sanitarias del medio rural. Abra su fichero de imagen en tamaño terminado a través de un software de procesamiento de imágenes.

Maharashtra

V. Rajagopal, un activista que se puso a sí mismo y a sus seguidores a prueba. Hoy, aquella visión de la aldea como una parte clave para el progreso de la India parece más bien un desvarío utópico. El empleo, los colegios y el ocio están en las ciudades. Los problemas urbanos –polución, delincuencia, superpoblación, tráfico– dominan el debate nacional, pero cerca del 70% de los mucho más de 1.200 millones de pobladores de la India sigue viviendo en el campo. Para Gandhi, un hindú profundamente influido por la vida de Jesucristo, la vocación más sublime era vivir con los pobres y «alimentarlos primero a ellos, entonces a nosotros».

Gandhi había puesto la que quizá fuera la prueba más mortificante a quienes se declaraban seguidores suyos. Abochornados, los líderes indicaron con movimientos a los intocables, reunidos en un cerro próximo, que bajasen con los demás. Desde el retrato colgado en la pared, Gandhi mira a 2 alumnas de la escuela de dalits que el líder creó en Ahmadabad, en el estado de Gujarat, uno de sus «experimentos con la verdad».

Desde su fundación por parte de seguidores de Gandhi en 1947, esta organización está comprometida en mejorar el confort de los pobladores rurales. Inspiradas por las enseñanzas de Gandhi sobre la igualdad y rindiendo homenaje al líder, unas mujeres vestidas de khadi, un tejido hilado a mano, marchan por la ciudad de Kodaikanal, en el estado de Tamil Nadu. Cinco años antes de conocerlo, Thalkar Pelkar, un joven relajado que siempre viste de khadi, se trasladó a Pedhamali, un escueto rosario de viviendas de adobe levantadas a riberas de un cauce seco de la India occidental.

Entonces me van a conocer.» Decidí proseguir sus pasos en la Marcha de la Sal. Los discursos que dio y los artículos que escribió tratan de problemas aún actuales en la India de el día de hoy. Los indios prosiguen debatiendo el legado de aquel hombre conocido como Mahatma, que significa «Gran Alma». Forzó a sus compatriotas a cuestionarse sus prejuicios más arraigados en materia de casta, religión y violen­cia. Unas mujeres del distrito de Dindigul, en el estado de Tamil Nadu, desarrollan papadam –un pan chato propio de la zona asimismo llamado papad– con ingredientes suministrados por la organización Gandhigram Trust. Las mujeres venden la comida a comunidades locales y ganan el semejante a unos pocos euros cada día.