El hundimiento de la fragata Mercedes en 1804 le presentaba el panorama perfecto para que España declarara la guerra a Enorme Bretaña. El bloqueo continental a este país no sería posible en su totalidad dado el apoyo que Portugal brindaba a la corona británica. Por este motivo, con el beneplácito de Carlos IV y Manuel Godoy, Napoleón introduciría sus tropas en España con el pretexto de comenzar la ocupación de Portugal. No obstante, el intento real de conseguir el poder de España y el traslado de la familia real de españa a Bayona para forzar la abdicación de Carlos IV y Fernando VII, serían los detonantes de la llamada Guerra de la Independencia De españa.
Conforme se fueron acumulando sus logros militares fue medrando en él la sensación de estar llamado a interpretar las mucho más grandes gestas. Precisamente allí, en el centro del poder del Imperio ruso, se había iniciado el descenso a los infiernos del hasta el momento invencible general francés. Desde su llegada desarrollaría una actividad furiosa sobre los más distintos asuntos, para progresar la red viaria, la higiene de las ciudades, los recursos agrícolas o la actividad comercial de la isla. Aun, se lanzaría a la «conquista» de los pequeños islotes que rodeaban Elba, como la diminuta Pianosa.
El Arte Español Expoliado Por Los Bonaparte
La segunda etapa empezó tras el acuerdo de paz entre Francia y Austria alcanzado en Lunéville el 9 de febrero de 1801 – que contribuyó a acrecentar el poder del general corso en Italia –, con la presentación a Roma de una quinta parte emprendimiento, en esta ocasión redactado por Bonaparte. Sin embargo, los cardenales aconsejaron al Papa que no lo admitiera. Pío VII, que entretanto se había convencido de la buena fe de Napoleón para concluir el acuerdo, redactó él mismo un sexto emprendimiento y lo envió a París.
Al genio de Bonn la devoción bonapartista le duró hasta el momento en que Napoleón se autocoronó como emperador en 1804. Fue la demostración mucho más honesta de un régimen tan vanguardista como despótico y autoritario. Beethoven exponía, valiéndose de las síncopas y de la tonalidad en mi bemol mayor el viaje de un soldado alguno hacia la gloria. De un país, de hecho, que cambió los diezmos por la guillotina y La Marsellesa.
El texto, parcialmente breve (17 artículos), contiene un preámbulo en el que se reconoce la religión católica como «la religión de la gran mayoría de los franceses». La Curia, no obstante, había luchado hasta el desenlace a fin de que el catolicismo fuera proclamado «religión dominante» en oposición al resto de los cultos. Napoleón, en cambio, creía que este principio iba en menoscabo de los derechos de la persona y del ciudadano contemplados en la Constitución, y en cualquier caso opuesto al principio primordial de libertad de conciencia y de culto. De hecho, era entre los principios de la Revolución de 1789, y sus ayudantes jamás hubieran permitido que fuera violado. Se abrió paso hasta París sin disparar un solo tiro, sin dar una sola batalla.
Eugenia De Montijo, La Emperatriz Española De Francia
Una vez en el conjunto de naciones, el emperador y sus hombres se dirigieron a París; el 5 de marzo fueron aclamados en Gap. Ese mismo día, se informaba al fin a Luis XVIII. El monarca sostuvo la tranquilidad, y su gobierno fingió la misma sangre fría. Creían tener el poder asegurado merced a la lealtad de los altos mandos. Michel Ney, viejo mariscal del Imperio, fue enviado por Luis XVIII a detener a Napoleón, pero se unió al emperador. Había prometido al rey traer al usurpador “en una jaula de hierro”.
En su vuelta a Francia, Napoleón se reinventó como defensor de los logros de la Revolución de 1789. Te contamos qué ha sido lo más esencial que ocurrió en el planeta cada semana desde los ojos de Nat Geo. Apúntate a los newsletter que más te interesen y recibe gratis los mejores reportajes, fotografías, y noticias cada semana en tu correo electrónico. Lodi, la batalla que encumbró a NapoleónEl 10 de mayo de 1796 se libró cerca de Milán, en el norte de Italia, un enfrentamiento definitivo que contribuyó a despedir los austríacos del país transalpino y cimentar la popularidad del joven general Bonaparte.
Napoleón
En el momento en que escribió a sus “hermanos”, emperadores y reyes, que “después de haber ofrecido al planeta un espectáculo de enormes combates, será más dulce no admitir otra rivalidad que la de las ventajas de la paz”, ¿por qué negarle que sentía ese deseo? El 15 de marzo, los representantes del Reino Unido, Rusia, Austria, Prusia, Suecia, España y Portugal, reunidos en el congreso de Viena, declararon a Napoleón “enemigo y perturbador de la paz mundial” y lo entregaron “a la vindicta pública”. Su mujer María Luisa se negó a regresar a París con el hijo de los dos, frustrando de este modo su deseo de garantizar la continuidad de su monarquía. Además de esto, había quien intrigaba contra él desde en su gobierno, como Joseph Fouché, el jefe de Policía, que ya lo había traicionado años antes.
El Palacio Del Louvre
Tras una corto alianza, Alejandro I se transformó en acérrimo enemigo de Napoleón. El zar, que había pagado muy caras las guerras contra Napoleón, no quería regresar a implicarse bastante. El desenlace de Napoleón en Santa ElenaEl 17 de octubre de 1815 desembarcó en la isla y durante las primeras semanas se alojó en una pequeña habitación, situada bajo un granero. Años más tarde murió, en 1821, en la isla de Santa Elena, en medio del océano Atlántico, donde fue deportado tras la derrota de la “Grande Armée” en Waterloo.
En sus nuevos dominios derrocharía exactamente la misma energía de la que había hecho gala durante toda su trayectoria y a la que sus enemigos achacaban toda la destrucción que había causado. «Lástima que el hombre no saliera perezoso», llegaría a bromear su por momentos aliado y en otras ocasiones enemigo Converses Maurice de Talleyrand. Desde la cima del monte Orello, con sus poco más de 350 metros, Napoleón podía divisar con claridad los diferentes territorios que rodeaban la isla de Elba.