Larra fué descrito como un hombre reflexivo, con tendencia a la introspección y a la frustración. Semeja que su suicido era algo que muchos hubiesen podido anticipar; en cualquier momento, Larra iba a terminar a su vida. Charlamos de un hombre inconstante, con considerablemente más proyectos iniciados que llevados a buen puerto; modificaba de opinión y vivía el amor de una forma realmente trágica. La verdad romántica de Larra nos cautiva y nos impresiona, como Espronceda, transmite un mensaje político totalmente inconformista que no terminó de cuajar en su tiempo. Larra dejará una profunda huella en autores hispanoamericanos, pero sobre todo en la Generación del 98. Los autores del 98 rescatarán su figura y harán un manifiesto ante su tumba.
De este modo, consigue un ingrediente mucho más social, asumiendo que la literatura debe ser para la raza humana y nos brinda proyectos de mayor hondura y modernidad. Ese día, lleno de alegría y colorido para la mayor parte, Mariano José de Larra decidió poner fin a su vida pegándose un tiro en la sien. Fue su hija Adela, de apenas cinco años, quien descubrió el cadáver de su padre en su despacho, yaciendo al lado de un charco de sangre. Para el escritor, la única salida a su pesimismo y honda depresión era irse de este mundo. La negativa de Dolores Armijo a continuar con su relación fue, según sus biógrafos, lo que terminó de persuadirle de que la vida ahora carecía de sentido.
Le anima seguramente saber que han comenzado a publicarse recopilaciones de sus productos. A principios de los 30 Mariano José de Larra cultivó el teatro traduciendo proyectos del francés y escribiendo sus contenidos escritos. En esa temporada conoció a quien sería el cariño de su vida y la transformó en la amante de su historia. Tenía que ver con Dolores Armijo y estaba casada con el hijo de un reputado letrado.
El Suicidio De Larra
Tuvieron un hijo y dos hijas menores, pero su matrimonio no fue bien. Descubrió que su tercer hijo, quien más tarde se convirtió notoriamente en el amante del rey Amadeus , no era de el, exponiendo la infidelidad en su matrimonio. La independencia es a keyword del romántico, puesto que enseña la importancia de la idea personal, de lo espontáneo en los hombres y en los pueblos, de las tradiciones nacionales de cada país y del individualismo a ultranza. “Escritor y periodista. Crítico insuperable de la sociedad de su tiempo, pertence a los prosistas mucho más destacados de Romanticismo español.”
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En 1832 acometió su segunda compañía periodística en solitario, El pobrecito hablador, la llamó, que comenzó a simultanear con colaboraciones en “La Gaceta Española”. Esa última publicación lo convirtió en periodista profesional y Larra, espectador de todo y de todos sin descuidarse de sí, lo celebró con su ironía frecuente en un producto que tituló Ahora soy redactor. Desde sus páginas, Larra se sumaría al optimismo liberal del momento, que celebraba que la patología del rey Fernando VII hubiese dejado el gobierno a cargo de la reina María Cristina. Creador de ensayos, críticas y poemas, es considerado como un prominente exponente del romanticismo español, y padre del periodismo moderno.
El Romanticismo es la búsqueda de la independencia individual, del sentimiento, se relaciona con la naturaleza y, como consecuencia de su subjetividad, desembocará en diferentes vertientes vinculadas al territorio y a lo individual. En Valladolid, Larra comenzó sus estudios en Derecho, si bien tampoco los concluyó. Diríase que, en ese periodo, Larra se enamoró de una mujer mucho mayor que resultó ser la apasionado de su padre. Este amor trágico e imposible marcaría a Larra, si bien, indudablemente, el cariño que acabó por sumirlo en la tragedia fue el que sentía por Dolores Armijo. Larra nació en Madrid en 1809, pero próximamente su familia se exiliaría a Francia para, posteriormente, regresar a Madrid. La familia cambió de vivienda en múltiples oportunidades, su padre era médico y Larra comenzó también sus estudios en medicina, pero no los terminó.
Documentales Para Dos Genios Del Romanticismo Español
Ámbas mujeres solamente habían salido de la casa cuando el escritor se suicidó a tiros. Su constante decepción por la sociedad y la política, sumada al mal que le provocó el objetivo de su relación con Dolores Armijo, influyó en su escritura, que se tornó pesimista y adquirió un tinte mucho más sombrío. Allí volcará todas sus preocupaciones políticas, que son muchas y poco a poco más intensas. Larra saluda al gobierno de Mendizábal y a su desamortización, pero cuando se da cuenta de que será otro intento fallido y de que quienes mucho más lo precisan van a salir de nuevo perjudicados escoge bajarse a la arena y ingresar en política.
La pregunta que domina en el libro “Flores de plomo” y que tenemos la posibilidad de traer a colación aquí semeja ser ¿cómo nuestros actos tienen la posibilidad de llegar a tener repercusión sobre personas que no conocemos? Es, por de esta manera decirlo, una especie de efecto mariposa el que tiene planeado sobre el resto de personajes como consecuencia de los actos de Larra, de Fígaro. El libro capta la atención instantánea del lector por su proyección histórica, por ese juego de luces y sombras, de verdades y patrañas que, bien unidas, dan rincón a Flores de plomo, el homenaje a Larra que él jamás se imaginó.
Larra, desesperado, se situó en frente de un espéculo y se disparó un tiro en la sien. En 1818, a los nueve años de edad, Larra volvió a Madrid, donde recibió una aceptable educación en institutos religiosos. Ya en su juventud, sintió el deseo de ser periodista y debió fundar su períodico, puesto que el rey Fernando VII había contraindicado que hubiese más de un periódico.
Su padre, Mariano de Larra y Langelot , ejerció como médico de regimiento en el ejército francés y, como afrancesado , se vio obligado a dejar la península con su familia en 1812. En 1834 vio la luz su novela histórica El doncel de don Enrique el Doliente, donde recobró al personaje principal del drama histórico Macías, contraindicado por la censura el año anterior. No hay que ser muy avispado para reconocer en estas obras el hilo autobiográfico. Entre las figuras mucho más simbólicas del Romanticismo español es, sin duda, la de Mariano José de Larra. Pese a su corta vida, su producción comprende más de doscientos productos de prensa.