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Porrina De Badajoz Biografia

También se le debe a él, añade Zambrano, la hornada de cantaores de la zona que se anunciaron en Madrid a rebufo de su éxito.

Afirma con rotundidad que si Porrina no hubiera triunfado en La capital de españa, los tangos y jaleos extremeños no los conocería absolutamente nadie porque los gitanos -apunta- cantaban pero no se dedicaban a eso. «Fue el primero que grabó los cantes autóctonos, el primer gitano que se realizó profesional y el que con su triunfo dio a comprender el flamenco extremeño que llegó a La capital de españa como un soplo de aire nuevo y que él colocó en lo más prominente». Desde el año 1981 está estudiando su historia y obra y en este momento dice que está satisfecho pues logró escribir el libro definitivo sobre el cantaor. «He cumplido con Porrina y con la promesa que me hice a mí mismo cuando era presidente de la federación de entidades flamencas de Extremadura».

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Y no me refiero sólo a la enorme plasticidad y el enorme colorido de su voz, que es, por supuesto, lo que mucho más importa. El de Badajoz cultivó, asimismo, una imagen extravagante que se adelantó a su época o que alargó los valores de la etapa previo, como deseamos verlo. En este aspecto, como en otros varios, su maestro fue el Niño de Marchena que puso de moda cantar parado. Afirmaba Porrinas, en varias entrevistas, que no quería que se le arrugaran los pantalones. Y de ahí que cantaba siempre con las manos apoyadas en el respaldo de la silla.

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Durante el paso mes de septiembre la delegada de Cultura, Inmaculada Bonilla, presentó el programa de ocupaciones flamencas que desarrollará la Diputación de Badajoz para la presente legislatura. Dado el éxito del camino ahora iniciado, la Diputación proseguirá con las Noches Flamencas -último viernes de cada mes en el Patio de Columnas del Palacio Provincial- que se reanudarán en el mes de octubre. En cuanto a las grabaciones de CDs, dedicarán entre los próximos a la familia Vargas. Este disco se añade a una compilación que la Diputación fué editando con voces tan destacadas como Porrina, Pedro Cintas, Miguel de Tena, Ester Merino, Paco Dávila, Cándido de Quintana, Kaíta, Madalena o Alejandro Vega. Porrina de Badajoz, como apunta el autor logró grande Los Cantes Extremeños y los dio a saber. Defensor a ultranza de los gitanos, lleno de duende, de sinceridad y asimismo de características, como su frecuente clavel en la solapa de los trajes y sus lentes oscuras.

Ahora puede decir que lo consiguió, y que las 321 grabaciones auténticos están recogidas y también ilustradas con sus respectivas carátulas en el nuevo libro, con el que Zambrano da por concluido el estudio sobre el cantaor pacense. En esta recopilación de su legado están desde las primeras canciones que grabó en 1953 en los llamados discos de pizarra hasta el vinilo que salió al mercado de manera póstuma, tras su muerte en 1977. Testimonios aproximadamente creíbles cuentan que a los dieciséis años marchó a La Línea y Algeciras a probar fortuna con un conjunto de maletillas solicitantes a toreros (su otra enorme pasión); y que allí entró en contacto con los ambientes flamencos del Campo de Gibraltar. En anunciado como Niño de la Alcazaba- alternó con Angelillo el Jerezano y Macandé de Cádiz en un modesto café cantante de Ceuta. Concluido el servicio militar en La capital española, regresó a Almería, debutando profesionalmente en el Teatro Cervantes (30- VI-1935) en el marco de un festival benéfico y ya con el sobrenombre de Niño de la Ribera. La prensa de la época adelantaba que era “un conocido y jaleado aficionado local”.

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La aportación de Zambrano, que vive en Badajoz desde hace 40 años y que escribió siete libros sobre el flamenco extremeño, pretende afianzar la figura de Porrina, con mucho rigor, lo que admite que fué difícil por el hecho de que ha debido cribar toda la parafernalia que rodea su historia de historia legendaria. Asimismo participó el programa El planeta del flamenco de TVE cantando fandangos con la guitarra de Paco de Lucía. Todo un mito del flamenco del siglo XX del que, en este su segundo acercamiento a su figura, el escritor Francisco Zambrano Vázquez ha amado brindarnos la biografía definitiva. Estrella de los tablaos y de los espectáculos de las troupes con Juanito Valderrama y Marchena.

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Hay individuos que son tan importantes, que hasta el saber habitual les acuña de apellido artístico el nombre de su ciudad. Este último fue embajador del flamenco de nuestra tierra, a la que llevó con orgullo por diversos rincones de todo el mundo. «Su cante era puro almíbar, con una afinación perfecta y el mejor bajo de toda la historia del flamenco». Lo que falta, lo descubrirá esta tarde Francisco Zambrano, el flamencólogo que compara los altos y bajos del cantaor pacense con el claro obscuro de los cuadros de Zurbarán, con el que comparte exactamente el mismo rincón de nacimiento, Fuente de Cantos.

Con la llegada del vinilo, su voz es registrada abundantemente hasta el punto de grabar, hasta la fecha de su muerte, un total de 321 cantes, incluyendo los cuatro volúmenes de su monumental Historia del cante , ahora mencionada. Ué el flamenco no es un hecho cultural de forma exclusiva andaluz es algo que debemos tener clarísimo a estas alturas. Sin embargo, y para esos que tienen sus inquietudes, la Diputación de Badajoz viene realizando una serie de ocupaciones similares con el flamenco, enfocadas al enaltecimiento de cante, toque y baile, así como al aperturismo del movimiento estudioso en la provincia extremeña. Así, tras la celebración el pasado mes de febrero del XIV Congreso Anual de la Asociación Nacional de Críticos, Escritores e Estudiosos de Flamenco en Llerena, durante el que se presentó una biografía sobre Porrinas de Badajoz escrita por Francisco Zambrano. Más tarde, a lo largo de le mes de abril se celebró una muestra-exposición de fotografías del sevillano Manny Rocca, bajo el título “La luz del flamenco”.

Cante Flamenco

Precisamente con Justo de Badajoz, hijo de Manolo, grabó alguno de sus primeros discos, en 1956. En estas primeras grabaciones, efectuadas entre 1953 y 1956, ya era un cantaor maduro, terminado, y había creado un cante propio, el fandango. En 1952 había sustituido por enfermedad a Rafael Harina, recomendado por nuestro cantaor de Salamanca, en la obra La copla andaluza, en el teatro Pavón, que luego llevarían ambos a la enorme pantalla , bajo la dirección de Jerónimo Mihura. Esta obra supuso la determinante consagración ante el enorme público y el comienzo de una larga y muy rica discografía.

Grabó, además de con Justo de Badajoz, con Niño Ricardo, Paco Aguilera, Carlos Montoya, Melchor de Marchena, Pepe de Badajoz, Ramón Montoya, Antonio Arenas, Juan Salazar, Manolo Sanlúcar, Antonio de Córdoba y el Maestro Terrón. Zambrano Vázquez hace una ordenación meticulosa de esta ingente discografía que incluye discos de pizarra, vinilos, discos póstumos y casetes. Una obra discográfica ejemplar, estricta que, sin embargo, tendría una fenomenal acogida entre el público general. José Salazar Molina era un gitano que nació en la zona alta de la capital pacense en 1924.

El cantaor quería ser el máximo dirigente de la región para «arreglar las calles, poner una con su nombre y vestir a todos los gitanos de smoking para celebrarlo». Zambrano sueña ahora con que el flamenco extremeño entre las salas y se estudie a Porrina. Termina de hacerlo en la UEx, pero afirma que incluirlo en Principal y Secundaria ayudaría bastante a entender los cantes que dan identidad al flamenco nacido en Extremadura. Por haber contribuido a que el cante de su tierra fuera popular en toda España, Badajoz le dedicó un monumento que se alza en la plazuela de la Soledad, en donde tantas veces jugó cuando era niño. En una placa adosada al mismo puede leerse “Gitano y de Badajoz”, título de un fandango de su creación que era tema asiduo en sus actuaciones. Hijo de un humilde jornalero, no constan antecedentes familiares en el ámbito flamenco, por lo menos en el plano profesional.

Crítica De Flamenco

El fotógrafo, que ha captado a los grandes del cante jondo mediante un estilo personal y estético, presentó parte de las instantáneas pintadas. Desde José Mercé, Tomatito, Paco de Lucía o la Paquera de Jerez, sin olvidar lo mucho más representativo de Badajoz y su provincia, como Pedro Cintas, Miguel de Tena, la familia Vargas, Cándido de Quintana, y múltiples mucho más. Revisitar la obra del que sigue siendo el flamenco mucho más habitual de Extremadura es siempre un placer. Por el hecho de que esta es la característica mucho más importante del cantaor, su sensualidad.