Del mismo modo, es patrón de las fraternidades y cofradías de Córdoba. El 19 de febrero se celebra la festividad de San Álvaro de Córdoba , un religioso que vivió en la localidad en el siglo XV y que fundó el Convento de Scala Coeli. San Álvaro de Córdoba cuenta con una fraternidad que le rinde culto , una parroquia en el barrio de Poniente y es cotitular de la fraternidad de la Sagrada Cena. No obstante, a pesar de que se conoce como San Álvaro, este religioso de la orden de Santurrón Domingo no está canonizado . En España fue con este nuestro beato de el día de hoy, el Santurrón Álvaro de Córdoba, y con su fundación del convento de Scala Coeli en la sierra cordobesa, desde donde fueron implantándose los modos reformados en los Reinos de la Península Ibérica. El Beato Álvaro es uno de esos santos varones españoles a los que la Patria le debe bastante.
En contraste, como santo lo aclaman, como siempre lo aclamó Córdoba, su en el centro calle, un instituto, su Real y Fervorosa Hermandad o la lápida entrañable que en San Nicolás memora su bautismo. La vitalidad conseguida en Escalaceli no solo fue jurídica, sino más bien también expansiva. En 1426 los frailes de Escalaceli fundan el convento de Portaceli, en Sevilla; y, casi por las mismas datas, una hospedería en Córdoba con el fin del servicio socorrer para los religiosos que bajaban del monte a las tareas apostólicas. La localidad, conmovida por el ejemplo de los predicadores, logró donación del solar “al honrado y sabio varón fray Álvaro, maestro en santa teología”, según dice la escritura notarial. Álvaro López de Córdoba y Carrillo nace en 1430 y es hijo del primer maestre de Calatrava, Martín López de Córdoba. Bautizado en la parroquia de San Nicolás de la Villa, entra como religioso en la orden de Santo Domingo , siendo fundador del Convento de Scala Coeli.
El Irreconocible Fr Juan Bautista Maíno
Por esa época, 1741, se logró ofrecer remate al desarrollo de beatificación de fray Álvaro; Benedicto XIV, el gran profesor clásico de las causas de beatificación y canonización, había estudiado pausadamente el caso típico que presentaba el proceso; en su monumental obra sobre la materia tiene relación varias veces a este desarrollo. La desamortización y exclaustración del siglo XIX amenazó de nuevo de ruina a Escalaceli; pero el Santo Álvaro veló por su convento. Devotos cordobeses restauran la Hermandad del Muy santo Cristo y del Santurrón Álvaro de Córdoba y la reina Isabel II con toda la familia real fueron recibidos en ella; el P. Ferrari había logrado que Fernando VII adoptara a Escalaceli bajo el patronato real. En 1900 volvieron los dominicos, las Cortes de Cádiz habían amado reformar la Iglesia de españa inspirándose en la obra del Beato Álvaro, a quien dedican encomios que más parecen sarcasmos que otra cosa.
Ese fue Scala Coeli, la escalera hacia el cielo en latín, un espacio donde vivir en red social, en oración y predicación, en vericidad. Próximos los 2 siglos de cristianismo renovado, la santidad volvía a contemplar a los cordobeses en la palabra y la obra del reformador dominico fray Álvaro de Córdoba. Tan suyo lo hicieron los nuestros, que con los años obviaron las fuentes reportajes que evidencian su origen zamorano, y a golpes de entusiasmo devoto forjaron el relato de su linajuda cuna cordobesa y su profesión religiosa en el insigne convento de San Pablo el Real, como recoge, con idéntico entusiasmo, fray Juan de Ribas en la biografía del que es, frente todo, el primer beato de la Córdoba recristianizada.
Santurrón Álvaro de Córdoba tiene por nombre la parroquia que el espiritual tiene dedicada en el vecindario de Poniente y es cotitular de la hermandad de la Sagrada Cena, que tiene su sede preceptiva en exactamente la misma parroquia. Sería infantil querer buscar en el Vía Crucis del Beato Álvaro un Vía Crucis exacto al hoy usual y también indulgenciado. El sentido realista del hombre meridional, sensibilizador de los temas espirituales, enseña el porqué del gran éxito de esta reconstrucción pasionaria que hacía en cierta manera accesible para todos la peregrinatio spiritualis a Jerusalén en aquella temporada enfervorizada de sueños de cruzadas, en el momento en que la peregrinación real era punto menos que imposible. Pero sin duda la obra más significativa sería la que efectuó en el Monte Calvario y que emulaba con sus tres cruces (actualmente reconstruidas), al Monte donde Jesús fue crucificado.
Santa Rosa De Lima
Por el hecho de que mientras le encendían una vela, Escalaceli se se encontraba derrumbando. Aún el día de hoy sobre el Monte Calvario tres cruces medio caídas recuerdan, en su anhelo de brazos extendidos, situados, abiertos sobre la localidad lejana, su crónica vieja. Pero más allá de esta desgracia, que el hombre malo no ha permitido remediar, unos sencillos mojones de cal y canto rematados en cruz de hierro apuntan el sendero del primer Vía Crucis de Europa y la gente vuelve a subir en romería y en peregrinación durante todo el año, singularmente en el tiempo penitente y nazareno de la Cuaresma. En cuanto a la “reforma” intentada por san Álvaro, el modelo en el que se inspiró fue el italiano, impulsado por santa Catalina de Siena y puesto en marcha por el santo Raimundo de Capua.
Los mucho más antiguos cronistas dominicos lo describen como persona consagrada y enamorada enteramente a la piedad, al estudio y la enseñanza de la ciencias divinas. El título de Profesor en Teología que recibió en Salamanca y los varios y doctos discípulos que formó, le acreditaban como sabio prominente y hábil instructor. Pese a que en Córdoba se le conoce como San Álvaro, de todos modos Fray Álvaro no ha sido canonizado. Beatificado el 22 de septiembre de 1714, su celebración se festeja el 19 de febrero. Se trata por tanto de una curiosa dualidad en su nomenclatura , que provoca que en dependencia del rincón y el instante sea llamado San Álvaro de Córdoba o Santo Álvaro de Córdoba, si bien la correcta sea esta última.
Pero fray Álvaro, medidor de adversidades, solucionador a lo divino de problemas humanos, hombre prevenido —que siempre y en todo momento vale por dos, y aun por ciento—, buscó apoyo en la corte y, a través de ésta, en Roma. Había que espantar el peligro de que el primer convento reformado naufragase por oposición o por otras causas. Precisaba, en una palabra, alguna autonomía o independencia con relación a los no rehabilitados. Con este fin, la reina María escribió a Martín V pidiéndole la institución de un vicario general de todos y cada uno de los conventos que abracen la reforma.
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En el año 850 estalló la persecución contra los cristianos que confesaban la fe, y Álvaro animaba a los enjaulados. Su amigo Eulogio murió en la pelea, cuyo calvario fue para Álvaro como su propio martirio, que se memora el 19 de febrero. Pero uno que es cordobés, desde pequeño aprendió a llamarle san Álvaro, porque en la ciudad que acogió la labor que hizo fray Álvaro -que nació en Zamora, todo sea dicho- es tenido por beato, pese a que para la iglesia universal es Santurrón. Cabe recordar de paso que Portaceli va a ser hospedería en el siglo XVI de los dominicos que desde Sevilla zarpan para la evangelización del Nuevo Mundo, y que en Puerto Rico fundarán otro convento con ese evocador nombre. Desde aquella fecha, la devoción a San Álvaro y al Cristo del mismo nombre actúa de manera habitual en Córdoba a través de la famosa Romería de Santurrón Domingo. Fray Álvaro de Córdoba moriría con algo más de setenta años, el día 19 de febrero de 1430 en su beato rincón gracias a una lenta y penosa patología.
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Hasta este Monte Suplicio, y desde el Santuario, Álvaro de Córdoba realizó el que sería el primer Vía Crucis de Occidente, manteniéndose hoy día esta distinción. Desde muy joven tuvo altas talentos de amor al estudio y decidió retirarse a un claustro, eligiendo el Convento de San Pablo de la Orden de Santurrón Domingo en la capital cordobesa.
Real Y Fervorosa Fraternidad Del Santísimo Cristo Y San Álvaro De Córdoba
La flor de la nobleza andaluza abrazó los estatutos; en 1655 medio centenar de caballeros cordobeses escriben al P. Provincial de Andalucía ofreciéndole su asistencia para restaurar el santuario, que, por las inclemencias de los temporales y por los años, se estaba derrumbando. En el siglo XVIII el conde de Cumbre Bella, Lorenzo María de la Concepción Ferrari, prominente personaje de la corte, tomó el hábito y, electo prior, rehizo el convento y dejó copiosos recursos para convertirlo en un centro de metas, resolución que el hagiógrafo cordobés Sánchez de Feria comentó como “idea propia del cielo“.
Su popularidad de sabiduría y santidad lo llevan a ser confesor de Catalina de Lancaster y su hijo, el rey Juan II. En realidad no es santurrón, sino más bien santurrón , ya que fue beatificado el 22 de septiembre de 1714, pero su enorme veneración a lo largo de los años logró pensar a muchos que este espiritual está canonizado. De hecho, la hermandad que le rinde culto lo reconoce como San Álvaro, además de tener una calle rotulada de esta manera en el centro de la región.