Amante del soberano italiano y muy amiga de los radicales, influyó en que Ruiz Zorrilla sucediera al general Serrano en la primera crisis de gobierno de julio de 1871. Aquel verano tan caluroso, María Victoria radicaba en La Granja, puesto que Ruiz Zorrilla, que era el presidente del Consejo, no quiso que viajase con el Rey al Levante, Valencia, Tarragona, Barcelona y Lérida. Amadeo I regresó bastante satisfecho; pero el 5 de octubre hubo nuevamente crisis y se formó el tercer gobierno, presidido por el almirante Malcampo. El Ministerio llamado del “Puente de plata” cayó el 2 de diciembre por una votación en el Congreso; subió entonces al poder Práxedes Mateo Sagasta, que continuó hasta el 22 de mayo de 1872. La guerra de 1866 entre Austria y también Italia cambió el destino de la joven; Amadeo, duque de Aosta, que había luchado valerosamente y caído herido en la guerra de Custozza, se encontraba convaleciente de sus lesiones en Moncalieri. A lo largo de su convalecencia, los compañeros que le visitaban le hablaron de la que llamaban “La rosa de Turín”.
Pablo de Grecia, ya transformado en rey, y su mujer, la reina Federica. Su infancia transcurrió entre Gmunden y Blakenburgo, con escasas aficiones propias de una pequeña y escasas relaciones con otras jóvenes de su edad. Ella medró al lado de sus 4 hermanos, cercada de soldados de plomo y muy pendiente de su pony, Purzel.
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En París vivieron los príncipes de la Cisterna hasta 1852, fecha donde retornaron a Turín para educar a sus hijas (Beatriz había nativo de mayo de 1851). Sus recursos les fueron devueltos y residieron en el viejo palacio, mientras que los veranos los pasaban en Reano, donde tenían el castillo feudal, o marchaban a Bélgica. La princesa Victoria Luisa usó la tiara durante su historia, pero tras su muerte, en 1980, la joya desapareció del ojo público. La princesa Carolina de Mónaco, entonces casada con Ernesto de Hannover, la lució en la boda del príncipe heredero Federico de Dinamarca con Mary Donaldson (la misma en la que Letizia lució un espectacular vestido rojo de Lorenzo Caprile y casi eclipsa a la novia) . Se le había encomendado la tarea de encontrar un obsequio de bodas para la princesa Victoria Luisa de Prusia, hija del emperador Guillermo II y abuela materna de la reina Sofía, que se iba a desposar con el príncipe Ernesto Augusto III de Hannover, el futuro duque de Brunswick.
Fue la última gran boda real de la Europa que desaparecería poco después con la Gran Guerra, que, aparte de millones de vidas humanas, se llevó por delante a prácticamente todos los grandes imperios -Alemania, Austria, Rusia o el imperio otomano-. La pareja se instaló en Brunswick en el castillo de Blankenburg y tuvo cuatro hijos, entre ellos, la reina Federica, madre de doña Sofía. Federica fue la primera de ellos en contraer matrimonio con Pablo de Grecia en 1938, lo que la convertiría en reina, si bien terminaría en el exilio. Explicar con su actitud qué es ser un rey, una reina, exactamente en qué consiste la realeza. Más que nada Sofía que, educada por los reyes de Grecia, conoce desde niña, y por los años del exilio, el valor y el peligro de ceñir la corona. Como el invierno en Turín era muy frío, al llegar el otoño Amadeo decidió alquilar la villa Dufour en San Remo, que tenía un bonito jardín, y María Victoria, echada en la terraza, divisaba el mar mientras veía a sus hijos jugar.
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Amadeo tenía su despacho al lado del salón de su esposa, quien por la mañana tenía audiencia con los generales y políticos que querían conocerla y por la tarde asistía a pasear en vehículo por la Castellana. Hay numerosísimos ejemplos, como aquella osada visita a Konitsa , durante la guerra civil, mientras que el rey Pablo trataba de recuperarse de una patología. Si bien se destaca —muy probablemente— el papel que desempeñó en las relaciones entre Grecia, el Reino Unido y Estados Unidos, con la dificultad del comienzo de la Guerra Fría y la larga crisis de Chipre como telón de fondo persistente.
Francia no admitió al nuevo candidato —Leopoldo de Hohenzollern—, con lo que declaró la guerra a Prusia. Cuando Napoleón III fue hecho preso en Sedan, el imperio francés desapareció y Víctor Manuel II envió a sus tropas a que ocupasen Roma. En septiembre de 1870, Pío IX se consideraba preso en el Vaticano y la duquesa de Aosta —que era sobrina de monseñor de Merode— trató de progresar la situación del Papa y de evitar la excomunión del Rey. El 7 de octubre, Víctor Manuel II proclamó a Roma capital de Italia, obligando a sus hijos y a la Corte a que se trasladasen allí. El Rey insistió al duque de Aosta de que España le aguardaba y sobre el miedo que le despertaba el regreso de los Borbones a Nápoles. Amadeo aceptó por último y el 13 de octubre Prim, mientras que estaba cazando, recibió su telegrama aceptando la Corona de España.
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Después de aquello regresó a Grecia, donde trabajó en un orfanato en Atenas a lo largo de un par de años. Fue en 1954 cuando conoció a Juan Carlos I, a bordo del crucero Agamenón, que recorría las islas griegas. El crucero había sido organizado por la reina Federica de Grecia para reunir a los jóvenes royals europeos tras los duros años de guerra, y lo cierto es que surtió efecto, por el hecho de que de ahí salieron algunas parejas más adelante.
Las clases de cada sábado calmaban las inquietudes culturales y la dejaban estar en contacto con jóvenes universitarios, sabía que la facultad era entre los focos de contestación al régimen. Necesitaba comprender de primera mano, qué pensaban los ciudadanos que habrían de vivir bajo su reinado. Sofía de Grecia ha vivido, e inclusive encarnado, varios de los hechos más esenciales de la historia reciente de España.
Realeza
Un detalle que podría llevar a pensar que la parte está siendo reservada, desde hace años, para las nupcias de la futura esposa del Príncipe de Asturias. Federica de Hannover fue la única hija de los cinco que nacieron del matrimonio entre Ernesto Augusto III, duque de Brunswick, y la princesa Victoria Luisa de Prusia. Era nieta del emperador Guillermo II de Alemania, bisnieta de Federico III y en la línea de sucesión del rey Jorge III de Inglaterra. Se había educado en la emergente, absorbente y dominadora cultura hitleriana, de la que abominaría años más tarde, en el momento en que ella misma fue víctima de su euforia belicista y expansionista.
El día de Navidad de 1872 el Rey firmó la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, que él como su mujer deseaban ardientemente y que causó el alejamiento de la nobleza y de la opulenta burguesía antillana de la Corte amadeísta. María Victoria y sus hijos se instalaron en un ala del monasterio de San Lorenzo de El Escorial; pero no tardó en regresar a La capital de españa, donde tenía asuntos atentos; al saberlo, Ruiz Zorrilla, indignado, se dirigió a Palacio. Desde ese momento María Victoria se sintió como secuestrada, puesto que Ruiz Zorrilla insistía en investigar a quién recibía. Deseaba espantar al marqués de los Ulagares por ser el responsable de las audiencias, a eso que Amadeo terminó cediendo; la Soberana logró anular el cargo y nombrar dama de honor a la marquesa de los Ulagares. Aquella tarde, la Reina no había acudido, salvándose del bochorno de ver quién la defendía.
Bodaprincipe
Federica de Hannover legó a sus hijas, Sofía e Irene, piezas originales de su familia, los Brunswick-Prusia, junto a otras de importante valor sentimental. Volvimos a ver las joyas que la reina Sofía de España recibió a la desaparición de su madre. La hermosa princesa ha pasado a la historia, entre otros muchos motivos, por su boda con el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, duque de Brunswick, que sirvió para sellar la paz entre la Casa Hohenzollern y la Casa de Welf. A propósito del particular cariño que doña Sofía siente por esta parte, así como por la historia nupcial de esta valiosa joya, llama la atención que ni la infanta Elena ni Cristina la eligieran como adorno para el día de su boda.
La boda se celebró por todo lo prominente el 24 de mayo de 1913 en Berlín y se convirtió en uno de los últimos grandes acontecimientos de la realeza europea antes de la Primera Guerra Mundial. Entre los ilustres convidados estaban el rey Jorge V del Reino Unido y el zar Nicolás II de Ruisa. La boda civil se festejó en el palacio imperial de Berlín y, más tarde, tuvo lugar la ceremonia religiosa en la capilla del mismo edificio. La noche previa hubo una enorme celebración de gala con una representación de Lohengrin, de Richard Wagner. Habría de pasar tiempo para pensar en hondura sobre las diferencias en la educación dada a sus tres hijos.