En monjes así no veía ahora Francisco a sus alondras, señoras del espacio, sino tímidos polluelos, perpetuamente necesitados del abrigo de las maternas alas. Así pues, el estudio no impidió a los frailes ingleses el mantenerse fieles al espíritu franciscano, y uno, Adán de Marsh, vino a ser el martillo mucho más insuperable de las infracciones de la Regla cometidas durante el generalato de Fray Elías de Cortona. Si bien, por otro lado, un general inglés, Haymón de Faversham, fue quien dictaminó que sólo los monjes ilustrados pudieran desempeñar los cargos altos y de superioridad en la Orden . — El emperador Carlos, Rolando y Oliverio y todos y cada uno de los capitanes y esforzados caballeros que lucharon de firme contra los infieles, sin perdonarse fatigas y grandes trabajos, hasta exponerse a la desaparición, lograron resonantes victorias, dignas de perpetuarse para toda la vida. En cambio, en este momento hay muchos que quieren honra y gloria con sólo contar las hazañas que aquellos hicieron.
De esta forma fue como Francisco de Asís comenzó la novedosa vida, no ahora según la carne, sino según el espíritu, que en adelante le iría manejando a cimas cada vez más elevadas, hasta el día de hoy en que le permitiría lograr la que para el hombre es la máxima conformidad viable con la imagen de Jesucristo crucificado. Probablemente encontrara al adulto mayor sacerdote sentado aún en su piedra calentándose al sol; pero la verdad es que, tan rápido como se llegó a él, le saludó nuevamente respetuosamente, le entregó la gruesa suma que había sacado de la venta, advirtiéndole que aquel dinero era para la reconstrucción de la iglesia (TC 16; 1 Cel 9). El sacerdote había recibido de buen grado la primera limosna; pero al ver esta otra tan notable, rehusó aceptarla, temiendo que fuese una de tantas locuras del original joven. Por otro lado, aquel negocio podía muy bien concitar en su contra las iras de Bernardone; respondió, pues, al joven de la forma mucho más resuelta que no quería ocuparse en similar reparación. Francisco se sentó a su lado para persuadirle a sacar su negativa, empleando en ello toda su elocuencia; vano empeño; el adulto mayor estuvo inflexible, y lo mucho más que de él ha podido conseguir Francisco fue el derecho de mantenerse allí cerca por cierto tiempo para lograr entregarse con mayor sosiego a la oración y a las prácticas devotas en la querida iglesia de San Damián. Referido queda más arriba de qué manera Francisco demostraba enorme interés por las iglesias, contribuyendo con sus manos a restaurarlas y embellecerlas.
Francisco y el obispo Guido le mandaron que comiese todos los días por lo menos onza y media de pan. Quizás para reemplazar esta mortificación observó por largo tiempo la práctica de usar a causa del cuerpo una camisa de cuero de cerdo con la parte velluda hacia adentro. Desde ese momento, la familia de Clara renunció a la intención de evitar a las dos jóvenes que prosiguieran el género de vida que habían elegido. Más tarde fue a unírseles otra hermana, Beatriz, y en pos de todas y cada una ellas, su madre, la piadosa Ortolana, después de la desaparición de Favarone.
Francisco De Asís, San (ca 1181-
El clero y los Obispos de Cerdeña daban a conocer tal hostilidad contra el Papa y su legado Blas, que en 1202 se vio éste materialmente sitiado por apetito, y poco después la gibelina Pisa arrebató al Papa la posesión de la isla. Ahora en 1188 el pueblo de Roma, adelantándose a los futuros terroristas franceses, había suprimido la cronología cristiana, reemplazándola por la nueva era que comenzaba en la restauración del Senado de roma en 1143. Varias veces fue Inocencio expulsado de Roma, tomada y declarada propiedad comunal la torre que él y sus hermanos edificaran para su cobijo y cuyos restos imponentes llevan todavía el nombre de familia de Inocencio, Torre dei Conti. El año 1204, en los meses de mayo a octubre, presenció el Papa, encerrado en San Juan de Letrán, la horrible devastación de Roma perpetrada por sus enemigos los Capocci, que se habían apoderado de ella. Tan espléndido espíritu de sacrificio y de celo no pudo menos de captarle la voluntad del anciano sacerdote, quien, para probar a Francisco su reconocimiento, empezó a agasajarle y obsequiarle hasta donde se lo dejaba su pobreza. Durante cierto tiempo no se le propuso a Francisco contrariedad alguna notable; pero luego le asaltó la idea de preguntarse a sí mismo si siempre y en todas y cada una partes iría a hallar tan benevolente hospitalidad, como la que le dispensaba el anciano cura de San Damián.
Pica o no sabía el paradero de Francisco o, si lo sabía, se resistía a descubrirlo a su marido; pero este no tardó mucho en descubrirlo, y instantaneamente fue a verse con el sacerdote de San Damián; más no halló allí a Francisco, que a la sazón se encontraba en la gruta. Esta ocasión la aprovechó el adulto mayor cura para devolver a Bernardone el dinero que su hijo le trajera de Foligno y que había depositado en el hueco de entre las ventanas de la iglesia. Bernardone se hallaba a la sazón en Francia, y a la vuelta plúgole mudar de nombre a su hijo, llamándole Francisco. Este sobrenombre, si raro, no era entonces absolutamente inusitado; que tal se llamaba un sendero que, arrancando de la iglesia de San Salvador de los muros , conducía hacia la parte occidental de la región y remataba cerca de San Damián. Este camino se relata con dicho nombre en una bula firmada por el Papa Inocencio III el 26 de mayo de 1198, esto es cuando Francisco tenía 15 años de edad y no era aún posible que hubiera hecho méritos bastantes a fin de que su nombre se pusiese a una vía pública.
Tanto la apretó este deseo, que no pudiendo ya contenerlo dentro de sí, resolvió poner término al género de vida que había llevado hasta el momento. Al saberlo Francisco, le señaló la noche del Domingo de Ramos, como plazo en que debía «trocar los placeres de este mundo por el luto de las penas del Salvador». — Muy al revés -respondió el hermano León-, vas a recibir grandes gracias de Dios, y Él te ensalzará y te glorificará eternamente, porque el que se veja va a ser ensalzado. — Dios sabe, Padre mío -respondió el hermano León con mucha humildad y reverencia-, que cada vez me disponía a responder como tú me lo mandabas; pero Dios me hace charlar como a Él le agrada y no como yo quiero. En tiempo de vendimia ayudaba a recoger la uva; lo mismo hacía con las aceitunas en el momento en que estaban en sazón. Frecuentemente iba a espigar en las sementeras a una con el resto pobres, a quienes siempre y en todo momento daba lo que recogía, aduciendo que él no tenía graneros donde almacenar su trigo.
Capítulo Vii – El Testamento Y La Muerte
Los vermes comen el cuerpo; y de este modo aquel pierde el cuerpo y el alma en este corto siglo, y también irá al infierno, donde será atormentado sin fin» (2CtaF 72-85). «En relación al caso de tu alma, te digo, como puedo, que todo aquello que te impide amar al Señor Dios, y quienquiera que sea para ti un impedimento, trátese de monjes o de otros, aun cuando te azotaran, debes poseerlo todo por felicidad. Y tenlo esto por verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, porque sé firmemente que esta es verídica obediencia. Y ámalos en esto; y no quieras que sean mejores cristianos» (Carta a un Ministro, 2-7).
Recuérdese momentáneamente de qué forma se despedazaban en discordias civiles las repúblicas italianas del siglo XIII y aún de siglos posteriores, y se comprenderá la importancia que el referido pacto asisiense suponía para la prosperidad y bienestar pacífico de la región. El hermano Maseo, frente a una contestación tan humilde y esa con tanto furor, quedó lleno de desconcierto y comprobó con certeza que San Francisco se encontraba bien cimentado en la verdadera humildad». Acto seguido Gil obedeció y dio su manto a la pobre, pareciéndole, según contó más tarde, que su limosna subía al cielo, y ensayando en su corazón un placer de todo en todo inefable. — Lo que me decís, messer Bernardo, es algo tan grande y de tal importancia, que resulta conveniente que pidamos consejo al mismo Señor Jesucristo, rogándole que se digne indicarnos la mejor forma de realizar tan grave negocio; conque vamos en este momento a la iglesia a leer en el libro de los Evangelios lo que el Señor ordena a sus acólitos. Llegando a Gubbio, halló a su amigo, quien le dio el vestido que deseaba, que no era otro que el que empleaban entonces los ermitaños, con un cinturón para los lomos, sandalias y un bastón. Su amigo, por lo demás, no debió de hacerle ningún otro servicio, ya que, según refieren los biógrafos, Francisco pasó su estancia en Gubbio sirviendo en un hospital de leprosos, a quienes lavaba los pies, curaba las llagas y limpiaba las úlceras, besándoles de forma frecuente los integrantes putrefactos .
Capítulo Iii – Rivotorto
Su Santidad León XIII reordenó la Tercera Orden franciscana en 1883 por su corto Misericors Dei Filius. [Finalmente, el papa Pablo VI, a través de el corto apostólico Seraphicus Patriarcha, de fecha 24 de junio de 1978, aprobó y confirmó la novedosa Regla de la Orden Franciscana Seglar. ¿Cómo podía esperar Francisco que los tres mil y tantos acólitos reunidos en el Capitulo de las Esteras en 1221 fuesen todos de exactamente la misma cepa que sus 12 primeros «caballeros de la Tabla Redonda»? Jordán de Giano refiere ingenuamente las perplejidades por el hecho de que tuvo que pasar él mismo antes de decidirse a formar parte de la misión de Alemania.
Juventud Y Conversión De Francisco Bernardone
«Había un eremitorio de los hermanos encima de Borgo San Sepolcro , y unos bandoleros que se escondían en los bosques y se dedicaban a hurtar a los transeúntes venían a veces a él en busca de pan. Algunos hermanos afirmaban que no se encontraba bien darles limosna, y otros se la daban por compasión, exhortándolos a la penitencia. Poco trabajo le costó, a propósito, a Francisco obtener de Inocencio III la bendición apostólica para su compañía. Y poco tiempo después, sin que sepamos exactamente en qué puerto, embarcó para llevar a cabo su viaje.
Muchas veces había pasado Francisco por delante de esta casa; pero siempre, solo al verla, experimentaba profundo disgusto. De buen grado daba limosna para los leprosos, pero a condición de que otro se encargara de llevársela. En el momento en que el viento soplaba del lado del hospital y llegaba hasta San Francisco el hedor repugnante de la fatal enfermedad, él al punto volvía el rostro y echaba a correr, tapándose las narices .
El 14 de septiembre de 1224, el predicador vio una imagen en el cielo de Jesús crucificado con 6 ángeles a su alrededor. A partir de ese instante, empezó a tener exactamente las mismas marcas de Cristo crucificado, lo que le dio un sello divino. A pesar del don que había recibido, Francisco empezó a tener cada vez mayores problemas de salud, debido al sangrado de sus estigmas.