El castellano-leonés impuso su dominio en La Rioja, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, al tiempo que el aragonés ocupó la ribera izquierda del Ebro y las tierras de Pamplona. Entre los dos se estableció una relación de vasallaje, que venía a admitir la superioridad de Alfonso VI, que ya por entonces empezaba a mostrarse en los documentos oficiales con el título de emperador, quizás usado a propósito para reforzar su situación como rey de reyes. Eclipsado por la histórica figura de Rodrigo Díaz de Vivar, el reinado de Alfonso VI pasa por ser entre los más definitivos en el devenir de los reinos cristianos peninsulares. Si su padre, Fernando I “El Magno”, decantó a su favor la estabilidad de poderes con Al-Ándalus, abriendo su reinado a las influencias europeas y también imponiendo un ventajoso sistema de parias, Alfonso VI acaba de consolidar esa inclinación. La toma de Toledo, su principal logro militar, es asimismo un punto de cambio en su orden, ya que a consecuencia de ella, los almorávides penetran en la península y reunifican los reinos de Taifas, frenando el empuje cristiano hacia el sur. El campo de la autonomía de que disfrutaban estos concejos era muy amplio y se extendía no sólo a las cuestiones gubernativas, judiciales y económicas, sino asimismo a las militares, porque los hombres del concejo acudían a la guerra a llamamiento del Rey, pero bajo la enseña del concejo y a las órdenes inmediatas de su adalid, que era el jefe de la milicia concejil.
Este reunió un colosal ejército que en 1108 se lanzó a la conquista del corredor del Henares, en cuyo contexto se encuadra la conquista de Uclés en mayo. Los cristianos respondieron enviando un ejército desde Toledo, que el 29 de mayo fue derrotado en frente de la localidad. La guerra de Uclés supuso un nuevo descalabro para los cristianos, no solo por la cantidad considerable de vidas que se perdieron, sino más bien, sobre todo, por el hecho de que desencadenó la conquista por los almorávides de Belinchón, Ocaña, Huete, Cuenca y Alcalá de Henares, dejando libre el sendero hacia Zaragoza, que cayó en 1110. Más graves secuelas políticas supuso la desaparición del heredero, Sancho Alfónsez, poco después de la guerra. La existencia de un enemigo tan poderoso y el desmoronamiento del sistema de parias hizo que el rey tuviera que cambiar totalmente las directrices de su política.
Comentarios Sobre Alfonso Vi El Bravo
Desde 1082 la política de Alfonso hacia las taifas se endureció y se encaminó hacia la obtención de más tributos y un mayor control de los territorios. No sus intentos fueron provechosos; de esta forma, el rey fracasó al procurar apoderarse la fortaleza de Rueda de Carrión , una vez que la muerte de al-Muqtadir causase la división del reino zaragozano; Rodrigo Díaz, por su lado, se sostuvo fiel a al-Mu\’tamin, el sustituto de al-Muqtadir, lo que constituyó un nuevo fundamento de fricción con el rey castellano. Aquel año de 1082 Alfonso VI asimismo envió embajadas al reino hispalense para reclamar el aumento de las parias; los embajadores fueron apresados por al-Mu\’tamid y el rey debió dar, a cambio de su liberación, la estratégica fortaleza de Almodóvar. La expedición de castigo no se realizó esperar y en verano de 1083 Alfonso se puso al frente de un ejército que devastó el reino sevillano, provocando que al-Mu\’tamid solicitase el socorro almorávide; en 1083 los almorávides conquistaron Ceuta, que aseguraron como cabeza de puente para la futura invasión de la Península. Hijo de Fernando I de León y Castilla y de su esposa doña Sancha, no se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento y, según los autores, fluctúa entre 1030 y 1040, siendo 1037 la mucho más fiable, ofrecida por las Crónicas de Sahagún. Fueron sus hermanos mayores doña Urraca, don Sancho y doña Elvira y después que él nació don García.
Durante su infancia, que pasó en Tierra de Campos, fue instruido por Raimundo, que más adelante sería obispo de Palencia y probablemente fue su ayo el conde Pedro Ansúrez. A la desaparición de Fernando I en 1065, Alfonso heredó el reino de León, al tiempo que el primogénito recibió Castilla y García Galicia. Los hermanos no se conformaron con la herencia y ya antes de 1071 Sancho y Alfonso habían arrebatado Galicia al enclenque García, si bien fue Alfonso quien ejerció el gobierno del reino y la soberanía de Sancho fue, más que nada, nominal.
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Mientras que en Aragón se implantó sin inconvenientes, en Castilla y León la resistencia fue considerablemente mayor, a pesar de que el rey, singularmente durante su matrimonio con Inés, hija del duque Guillermo de Aquitania, se mostró en pos del cambio. Estas ofensivas causan una segunda llamada a Yusuf, que en el año 1088 vuelve a la península para levantar el cerco sobre la región murciana. Ante el poco éxito de la campaña, los almorávides vuelven a África con la intención de retornar a consecuencia de la corrupción generalizada que observaron en las taifas. Así, en 1090 se genera una tercera campaña, que tiene la meta de unificar Al-Ándalus. Primero incorporaron Granada, después Málaga, Tarifa, Córdoba, Carmona, Sevilla, Mértola, Ronda, Almería, Jaén, Murcia, Játiva y Denia. Siguiendo el dictado del derecho pirenaico, Fernando I entrega el núcleo de su reinado al hijo primogénito y reparte las conquistas siguientes entre el resto.
Alfonso VI reaccionó conquistando Coria, plaza estratégica en la ruta hacia Badajoz y en 1081 restituyó a al-Qadir en Toledo, consiguiendo de él a cambio la fortaleza de Zorita de los Canes, llave del reino de Zaragoza. Al unísono, el monarca castellano enviaba al Cid a cobrar las parias a al-Mu\’tamid de Sevilla, cuya taifa, engrandecida con Murcia, se había convertido en la potencia expansiva de al-Ándalus; Alfonso VI puso tropas al servicio de Sevilla para la guerra contra el común enemigo, el taifa de Granada. Inicialmente el régimen jurídico del nuevo Reino de Toledo debía reflejar la variedad de su población; en primer lugar, los mozárabes, cristianos que habían vivido trescientos setenta y 4 años bajo la dominación islámica como dimmíes, o sea, como sometidos o sencillamente tolerados.
El reconocimiento de la primacía jurisdiccional de Roma no evitó los enfrentamientos entre ellas, muchos de ellos derivados más de la peculiar organización política del reino español-leonés que de sucesos estrictamente eclesiásticos. Para solucionar los inconvenientes jurisdiccionales entre las distintas sedes, tras el concilio de Husillos comenzó a circular la División de Wamba, artículo que revelaba los límites de las diócesis a lo largo de la temporada visigoda y que sirvió, por poner un ejemplo, para resolver las disputas entre las sedes de Burgos y Osma. Aunque el archivo no era genuino, como se ha demostrado más adelante, fue reconocido como verdadero y desde finales del siglo XII, integrado en el Liber Itacii, se usó cuando fue oportuno para diseñar el mapa eclesiástico de España. Después del desastre de Uclés Alfonso enfermó y empezó a preparar una sucesión que, tras la desaparición del heredero y la de cantidad considerable de nobles que habían sido el sostén del reinado, se preveía dificultosa. Alfonso logró casar a la heredera, su hija Urraca, con Alfonso I de Aragón, pensando que la unión de los dos reinos posibilitaría el avance de una política común que dejase resolver el inconveniente cerca de Zaragoza y presentar un frente mucho más sólido frente a los almorávides.
Matrimonios Y Descendencia De Alfonso Vi
Fue en este momento cuando se consumó la separación definitiva entre Alfonso VI y el Cid, al no asistir éste al llamamiento real para liberar Aledo. No obstante las acciones que Rodrigo Díaz realizó en Levante contribuyeron decisivamente al proceso de reconquista y dejaron al rey concentrar sus esfuerzos en otras partes. Los reyes taifas de Granada y Sevilla se negaron a pagar tributos al rey cristiano, confiando en la venida de los almorávides. En julio de 1090 tuvo lugar el tercer desembarco de ibn Tashufin en Algeciras; esta vez los planes del sultán bereber pasaban por la completa ocupación de al-Ándalus, como quedó de manifiesto en el inmediato cerco de Toledo, plaza que el rey no asistió a socorrer hasta finales de agosto.
El cerco de Zaragoza fue abandonado frente el gran peligro que supuso el desembarco de los beréberes almorávides en la Península Ibérica a finales de junio de 1086. Enferma la reina Constanza en 1092, Alfonso había tomado como concubina a Zaida, nuera de al-Mu\’tamid, que le dio su único hijo varón, Sancho Alfónsez ; poco después murió Constanza. El tercer matrimonio de Alfonso VI , con Berta, de origen italiano, supuso un inconveniente para Raimundo de Borgoña, que, a falta de hijos hombres del monarca, era el que mayores posibilidades tenía de heredar la Corona. A inicios de 1095, este estableció con su primo Enrique de Borgoña un pacto sobre la sucesión del rey y, por otra parte, Enrique recibió como mujer a Teresa, la hija bastarda del rey, y recibió de éste el gobierno del condado de Portugal, hasta el momento sometido a Raimundo. Ña, dirigiendo sus fuerzas contra Toledo, pero los cristianos pudieron mantener sus posiciones, aunque su ejército dirigido en lo personal por el rey Alfonso sufriera una grave derrota en Consuegra el 15 de agosto de 1097; el Rey leonés ha podido resguardarse en el castillo de esta villa, donde sufrió el asedio almorávide durante algunos días.
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Alfonso aprovechó el momento para irrumpir Toledo y llevarse a su rey a Valencia bajo la protección de un noble aliado. Tras la conquista de Toledo, se proclamó a sí mismo emperador de las dos religiones, comprometiéndose a reservar la mezquita mayor para los musulmanes de Toledo, si bien el arzobispo la revocó aprovechando que no se encontraba el rey allí. Las parias o tributos de los Estados musulmanes hacia los reinos cristianos han sido consideradas como un medio de empobrecer a los reinos de taifas como un paso previo a su acatamiento, si bien hoy día prima la opinión de que las parias eran un fin en sí mismo, ya que la conquista militar de los reinos musulmanes y su rápida y eficiente repoblación con cristianos, eran en el siglo XI objetivos desproporcionados. Sin embargo el control político que los reinos cristianos ejercitaban sobre las taifas a las que resguardaban era suficiente para asegurar su superioridad, a la vez que los tributos servían a los reyes para obtener fidelidades o servicios políticos. En 1099 murió Berta y asimismo Elvira, la hermana del rey, cuya influencia política se había dejado sentir durante todo el reinado. De la cuarta esposa de Alfonso VI, Isabel, se ha especulado un viable origen borgoñón, aunque existe quien asegura que esta no sería otra que Zaida, que habría adoptado ese nombre al transformarse al cristianismo; de esta manera se abriría el camino de la legitimación de Sancho, que fue nombrado heredero, probablemente entre 1105 y 1106 y, con toda seguridad, ahora lo era en 1107.