En el lamentable episodio en el que un rey era alejado del trono por las maquinaciones de su propio hijo con la colaboración de una revuelta habitual. De la misma en otras monarquías de europa, la restauración de 1814 en España no supuso, pues, la vuelta del Viejo Régimen, sino el nacimiento de un nuevo tiempo político. Pero en contraste a lo sucedido en otros lugares de Europa, donde se causó algún género de transacción entre lo viejo y lo nuevo, y se estableció un orden constitucional muy conveniente a la Corona, en España se suprimió a los disidentes y se descartó cualquier rastro de sistema representativo. Todo se basó en un rey que se impuso a todos y rechazó las proposiciones que tengan la posibilidad de limitar su intención, aun cuando procediesen de los sectores contrarrevolucionarios con los que ideológicamente coincidía. Mal informada sobre lo sucedido, la población juzgó inverosímil la participación del príncipe de Asturias en una operación contra el rey, y todo lo redujo a una maniobra de Godoy para denigrar al “príncipe inocente”, víctima de la ambición del déspota y de la depravación de la reina.
A su regreso a La capital de españa en agosto de 1828 había recuperado gran parte de la popularidad perdida y los realistas más moderados se forjaron la ilusión de que se abrirían cauces a la participación política y finalizaría la represión. El 18 de mayo de 1829 murió, asimismo sin descendencia, María Amalia de Sajonia y en el mes de diciembre de ese año Fernando festejó su cuarto matrimonio con su prima María Cristina de Borbón. El enlace, realmente bien acogido por los españoles, debido a las simpatías despertadas por la nueva reina, proporcionó a Fernando VII los últimos instantes de popularidad. Pero no cesó el acoso de los ultras, aglutinados en torno a su hermano Carlos María Isidro, como tampoco el que venían practicando desde 1823 los liberales, quienes desde el exilio organizaron varias operaciones para restablecer el régimen constitucional. Para contrarrestar los intentos de los liberales, el monarca recurrió al procedimiento frecuente de la represión, dando lugar a capítulos muy sonados, como la desaparición de Mariana Pineda y el fusilamiento del general Torrijos y de sus compañeros desembarcados en las costas de Málaga.
Vida Profesional De Fernando Vii
Pretendieron además terminar al reformismo de raíz ilustrada emprendido durante los últimos años del reinado de Carlos IV, aumentar el peso de la aristocracia en el gobierno de la monarquía, y satisfacer las aspiraciones del clero, radicalmente contrario a la política regalista creada por los monarcas españoles del siglo XVIII. A pesar de la dureza de la represión, de la depuración de la administración y de la consolidación de los privilegios del clero, pronto se alzaron voces en el interior contra el rey, la mayor parte de eclesiásticos. Le exigían mayor solidez contra el liberalismo y el establecimiento de un sistema absoluto de signo teocrático. Acorralado por la doble oposición de liberales y ultrarrealistas, y por una grave crisis económica y social, el rey dio vía libre a partir de 1826 a una política reformista encaminada a actualizar la administración. Las medidas, ciertas apreciables, como la creación del Consejo de Ministros y del Ministerio de Fomento, la ley de minas, el código de Comercio, la fundación de la Bolsa de La capital de españa, etc., estuvieron encaminadas a garantizar la pervivencia del régimen fernandino. Jamás se abogó por el cambio a un sistema constitucional, ya que el rey nunca renunció a sus plenos poderes.
En ese marco hemos de situar el pronunciamiento del coronel Rafael del Riego con el que se inicia el llamado Trienio Liberal. Un periodo en el que la actitud de Fernando VII dio un paso mucho más hacia la configuración de una imagen que terminaría por transformar al monarca en entre las figuras mucho más abominadas de la crónica de España. Emilio La Parra López es un reconocido especialista en la historia política y cultural en el tránsito del siglo XVIII al XIX, ha anunciado múltiples biografías, entre las que resalta Manuel Godoy.
Una vez en Valencia, el rey y su círculo más próximo organizaron un dispositivo propagandístico y militar destinado a supervisar a los partidarios del régimen constitucional y hacer más simple la asunción por parte de Fernando VII de la plena soberanía. En púlpitos y en los jornales realistas se encomió al rey absoluto; el 4 de mayo de 1814 el monarca firmó un decreto por el que eliminaba la Constitución y declaraba nula la obra de las Cortes. En la noche del 10 al 11 de ese mes el capitán general de Madrid recluyó a los miembros del congreso de los diputados liberales a Cortes más conocidos y a otras autoridades constitucionales y el día 13, Fernando VII entró en Madrid aclamado por la multitud congregada a su paso. Desde esa fecha hasta enero de 1820, Fernando VII actuó como rey absoluto , si bien no pudo poner en vigor todos los organismos y usos del Antiguo Régimen.
Reyes Y Reinas De La España Contemporánea
El 29 de septiembre de 1833 murió Fernando VII sin que hubiera sido resuelto el inconveniente de su sucesión. Su mujer, María Cristina de Borbón, quedó como regente del reino durante la minoría de su hija Isabel II, que entonces contaba 3 años de edad. Actuaciones de este género tenían sitio en un instante de malestar general en el país, consecuencia de múltiples años de pésimas cosechas y de serias dificultades financieras ocasionadas por el estado prácticamente persistente de guerra y el subsiguiente entorpecimiento del comercio con América. Por consiguiente, el grupo de aristócratas y clérigos aglutinado en torno al príncipe de Asturias no tuvo grandes dificultades para crear una opinión contraria a Godoy, quien desde 1801, tras su nombramiento como Generalísimo de los Ejércitos, había juntado un extraordinario poder político. Amparados en la impopularidad del Príncipe de la Paz, el que tenemos la posibilidad de denominar «grupo fernandino» urdió una operación para quitarlo del poder.
Para forzar a Fernando a asumirlo, le prometió que facilitaría su vuelta a España “con exactamente la misma autoridad que tuvo su padre,” esto es, como rey absoluto. El tratado, firmado en Valençay el 11 de diciembre de ese año, no fue ratificado por la Regencia constitucional, el poder ejecutivo legalmente establecido en España. No obstante, Napoleón autorizó el regreso de Fernando VII. El 24 de marzo de 1814 llegó el rey a Gerona. Lo mismo sucedió en las sobrantes poblaciones de su itinerario hasta La capital de españa, a donde llegó el 13 de mayo, tras pasar en Valencia dos semanas que resultaron definitivas para elaborar el golpe de Estado que posibilitó su instauración como rey absoluto. Era el rey “legítimo”, en oposición al “intruso” José Bonaparte y al “tirano” Napoleón, y más que nada el “príncipe inocente,” que sin ser responsable de los males de la patria, se había sacrificado por ella sometido a un duro cautiverio.
Al margen de la cuestión sucesoria, los liberales prosiguieron en su intento de provocar el cambio político. Amparados en el ámbito creado en Europa por los movimientos revolucionarios de 1830, ensayaron diferentes acciones ordenadas entre el exilio y el interior. Muy sonados fueron las situaciones de Mariana Pineda y el general Torrijos, una y otro elevados por el liberalismo posterior, al igual que Riego, a símbolos de la pelea por la independencia (“mártires de la independencia”).
Mucho Más En Historia
Hijo de Carlos IV y de María Luisa de Parma, conspiró contra sus padres en octubre de 1807, parece ser que alentado por su preceptor, el canónigo Juan de Escoiquiz, que aborrecía al primer secretario Manuel Godoy y que admiraba a Napoleón. Desde su llegada, el 18 de mayo de 1808, hasta su salida, el 13 de marzo de 1814, esto es, a lo largo de en todo momento de la Guerra de la Independencia, “les princes espagnols”, como les denominaron las autoridades imperiales, ya que prosiguieron sin admitir rey de España a Fernando, permanecieron ininterrumpidamente en Valençay. El 1 de enero de 1820 un conjunto de militares, encabezado por Rafael del Riego, se pronunció en el concejo sevillano de Las Cabezas de San Juan a favor del restablecimiento de la Constitución de 1812. Aunque en un inicio dio la sensación de que de nuevo los absolutistas controlarían la situación, varias ciudades se adhirieron al pronunciamiento y el monarca se vio obligado a aceptar la vuelta al constitucionalismo.
Retrato De Fernando Vii, Por Goya, Museo De Arte Moderno Y Contemporáneo De Santander
La ocasión la propició el intento de trasladar la corte al sur de la Península en previsión de cualquier actuación inopinada de las tropas francesas que, según lo estipulado en el tratado de Fontainebleau firmado en el mes de octubre de 1807, estaban accediendo en España, oficialmente para atacar Portugal. En la noche del 17 de marzo de 1808 la población de Aranjuez, donde estaban la familia real y Godoy, incrementada por gentes de pueblos vecinos reunidas ex profeso, asaltó la vivienda de este último. Para acallar las voces que solicitaban su cabeza por traidor, y forzado por los partidarios del príncipe de Asturias, el 19 de marzo abdicó Carlos IV. Reunida la multitud frente al palacio de Aranjuez, ovacionó al nuevo rey con extraordinario entusiasmo. El hecho, conocido como “Motín de Aranjuez”, fue calificado por los fernandinos de acción espontánea del pueblo, dispuesto heroicamente a sanear la monarquía (posteriormente asimismo los liberales se adherirían con matices a esta interpretación). El motín, de todos modos, estuvo organizado por los individuos de la corte y de la nobleza próximos a Fernando, con la apreciable participación de nuevo del embajador de Francia.
El monarca perdonó a su hijo, pero éste volvió a planear y logró deponer a sus progenitores tras el motín de Aranjuez, el alzamiento ocurrido la noche del 17 al 18 de marzo de 1808 y que acabó con el encarcelamiento de Godoy. Fernando contó con el apoyo de las clases humildes, que le pusieron el sobrenombre de “El Esperado” por su actitud de resistencia frente al invasor francés. Fue legitimado por la intención habitual, pero en mayo de 1814 derogó la Constitución de 1812, reinstauró el absolutismo y persiguió a los liberales. El 29 de septiembre de 1833 murió el rey Fernando VII de Borbón a los 48 años de edad, tras haber sufrido violentos asaltos de gota, y su cuerpo fue depositado en el Panteón de Reyes del monasterio de El Escorial.
Desde las indagaciones llevadas acabo para aquel libro, donde ahora trató bastante la figura de Fernando VII, transporta una década consagrado a la figura del llamado “rey felón”. Es creador de un óptimo número de estudios sobre Fernando VII y su tiempo, entre otros muchos la monografía Los Cien Mil Hijos de San Luis. El ocaso del primer impulso liberal en España , y coordinador del volumen La imagen del poder. Ha sido director de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y es doctor Honoris Causa por la Universidad de Provence . El libro, con el título Fernando VII. Un rey esperado y detestado, se publicará en el tercer mes del año y en su título ya refleja la cara y la cruz de la personalidad del monarca.