Biografia De Ignacio Ellacuria

Los principios liberadores de la UCA quedaron delineados en un famoso alegato, escrito por él, pero leído por el P. José María Gondra, en la sede del Banco Interamericano de Avance, en Washington, con motido de la firma del primer préstamo de la UCA con dicho banco, en 1970. Una de las primeras batallas internas que dio para cerrar estos principios fue por el tipo de estructura física que la UCA debía adoptar. Se opuso a los proyectos para crear un recinto universitario de primer planeta. Peleó a fin de que los nuevos edificios, que serían construidos con el préstamo, se adecuaran a la realidad del tercer planeta y a la misión de la UCA, pero no de ahí que habían de ser menos cómodos y hermosos.

El fue el primero de los cinco profesores que jalonaron su vida. La transformación agraria de 1976, impulsada por el régimen militar, lanzó la figura de Ellacuría al campo público. Desde entonces, siempre y en todo momento estuvo que se encuentra en las considerables crisis del país, por medio de sus análisis críticos y sus proposiciones creativas. La UCA, aun contra el parecer de ciertos de sus integrantes, apoyó el plan de transformación agraria del presidente Molina, porque Ellacuría estimó que, pese a todas sus restricciones, beneficiaría a las mayorías populares y porque al tiempo era un ataque contra la oligarquía terrateniente. Molina solicitó el acompañamiento de la UCA, pero en el momento definitivo, reculó frente a la presión de la oligarquía. Entonces, Ellacuría escribió un famoso editorial en ECA, titulado “A sus órdenes mi capital”, en el que denunció que “el gobierno ha cedido, el gobierno se ha sometido, el gobierno ha obedecido. Después de tantos aspavientos de previsión, de fuerza de decisión, ha acabado diciendo, ‘a sus órdenes mi capital’”.

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Ellacuría, desde sus primeros pasos como instructor evitó ser mero repetidor mecánico de esquemas fallecidos. Intentó trasmitir luz y vida, inteligencia, razonamiento… Y el compromiso de ser “mártires, obradores de esa luz y de esa vida”.

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Angel Martínez, allá por los años 1954, 55 y 56, tal como en sus apuntes, y en el estudio “Angel Martínez, poeta fundamental”, sobre el libro poético Angel en el país del águila, plantea Ellacuría la antítesis entre lo que el águila y el ángel representan, a la par que la misión de éste en los límites en que aquella reina. El ángel es el poeta que tiene que someterse a una grave operación quirúrgica en Estados Unidos. A los 17 años entra en el noviciado de la Compañía de Jesús de Loyola y, un año después, en 1948 ya es enviado por sus superiores a El Salvador para terminar su noviciado en Santa Tecla. Desde Loyola fue enviado también, para ser maestro en el recién fundado Noviciado de Centroamérica, el Padre Miguel Elizondo, a quien Ellacuría reconoció como su primer gran maestro de espiritualidad.

Ignacio Ellacuria

Por consiguiente, las mayorías tenían que manifestarse por sí mismas y velar por su confort. El bien del país residía en el confort de esas mayorías y, por lo tanto, el conflicto armado debía resolverse teniendo enfrente este bienestar. Ni la derecha ni la izquierda admitieron su postura, aunque por razones diferentes. Otra de las tareas que se impuso fue traer todas y cada una de las etapas de la capacitación de los jesuitas a Centroamérica.

En sus clases, insistía en que lo esencial era estudiar a pensar y a buscar los datos precisos. Los libros sólo eran un instrumento útil que se encontraba a mano. Su método preferido era poner a sus estudiantes en contacto directo con los enormes autores del pensamiento, si bien sus contenidos escritos resultaran ininteligibles. Para él, lo importante era pasar por la experiencia filosófica directa, encarando los grandes textos de la filosofía. No le preocupaba contemplar los programas ni completar de contenido a sus oyentes. Se burlaba de quienes terminaban sus programas y de esos a quienes se les terminaba la materia.

Documental: Ignacio Ellacuria: Vida Y Compromiso

Ahora puedes personalizar el nombre de un tablero de recortes para almacenar tus recortes. La reflexión filosófica y teológica de Ellacuría es inmensa y no cabe en este pequeño ensayo, cuya finalidad es mucho más bien enseñar su persona, punto de partida de su pensamiento y obra, en una vida vivida consecuentemente, al máximo y sin concesiones. De todas maneras, le daremos un pequeño vistazo a ciertas de sus ideas centrales. Pero al continuar leyendo sobre él, me encontré con un filósofo fuera de serie, que llevó la Filosofía al centro de la reflexión teológica Es decir, cuando Ellacuría escribió ese popular editorial, sabía a cabalidad lo que afirmaba y por qué razón lo afirmaba, y las probables consecuencias. Y como era audaz, lo decía con todas sus letras, y a quién se le pusiese por delante. Lo primero que me llamó la atención de su quehacer y me produjo mucha hilaridad, fue la reseña a un editorial que publicó, y que le valió el perder el financiamiento estatal para la Universidad donde era Rector y recibir cinco bombazos en la universidad.

El día de hoy queremos dejarnos interpelar por su testimonio y legado”, relata su rector, Julio L. Martínez. “Ellos son símbolo martirial del pueblo salvadoreño, con una cantidad enorme de muertos en esa guerra civil, en la que fue también ejecutado en 1977 Rutilio Grande y Monseñor Romero en 1980”. Treinta años después, y después de que Francisco desbloqueara sus procesos, Romero está canonizado, y Rutilio está a punto de ser santurrón.

Tras las humanidades clásicas, Ellacuría estudió filosofía en la misma Facultad Católica de Quito, obteniendo su licencia, civil y eclesiástica, en 1955. Al despedirse, Aurelio Espinoza le dijo que fundara una gran biblioteca en San Salvador, donde pudiera hallarse todo lo relacionado con el país, como él había hecho con la Biblioteca Ecuatoriana. De ahí que, en la Biblioteca “Florentino Idoate” de la UCA deseaba que estuviese todo lo publicado sobre El Salvador. Asimismo, en el Centro Universitario de Documentación y Acompañamiento a la Investigación debían estar todos los documentos producidos en el país o referidos a él. Hubiera querido completar los dos centros con una pinacoteca salvadoreña. Sus clases eran una experiencia de imaginación viva y de hallazgo imprevisto.

El planteamiento empírico implicará forzosamente partir de la realidad y regresar a la verdad. La Teología de la Liberación no era sin más una Teología de lo político, sino la Teología del Reino de Dios. De ahí que llegara a considerar a América Latina como un lugar favorecido de profetismo y utopía, en donde la Teología de la Liberación asumía la centralidad y la primacía del “Reino de Dios” en la praxis, conforme a la vida liberadora de Jesús. Hay, ya que, en su Teología una esperanza en la fuerza del Espíritu y en la transformación humana del devenir histórico, desde dentro, desde la conciencia colectiva, desde nuestra virtualidad y fuerza interior de la Humanidad.