Cabe recorofrecer, finalmente, los juicios globales que mereció su reinado a tres espíritus críticos contemporáneos, de indisputable talla intelectual. En suElogio de Carlos III, Jovellanos concluía que había sido “la mano sabia y afanosa que esclareció y entresacó a la nación de la influencia de los errores políticos”. Cabarrús, por su lado, en otroElogio de Carlos III, mantuvo que no había tenido “más norte que el de la felicidad de sus vasallos”. Y, en suElogio fúnebre, José Nicolás de Azara afirmó que había sido “en el trono lo que, siendo vasallo, hubiese querido que fuera su monarca”.
Ya que del previo matrimonio del rey, con María Luisa de Saboya, habían nacido tres hijos hombres , los cuales tenían preferencia dinástica para ocupar el trono español, absolutamente nadie podía dudar que Carlos subiría en un futuro al trono. Nadie salvo su madre, la reina, quien consagró obsesivamente su historia en labras de poner a sus hijos en los puestos mucho más altos probables, y con particular relevancia a Carlos, su hijo preferido. Merced al esfuerzo y empeño de madre, y también debido a determinados afortunados golpes de suerte y al azar, ha podido subir su hijo, al final al trono español, en el año 1759, tras la muerte, sin descendencia, de su hermanastro Fernando VI. Mientras tanto, el rechazado Felipe Antonio Pascual, destinado a conformarse con el título de duque de Calabria, quedó internado en el palacio real de Caserta, distanciado de la corte napolitana. Fue vigilado a lo largo del resto de su historia, singularmente para controlarle los impulsos sexuales que derivaban en asaltos a las mujeres que merodeaban por los corredores de la vivienda.
En el año 1774 se generaron consecutivos ataques marroquíes contra Melilla y el Peñón de Vélez. Gracias a esta situación, se preparó una expedición contra la ciudad de Argel, mandada por el increíble general español de origen irlandés O’Reilly, que fracasó estrepitosamente y de la que se culpó al ministro Grimaldi, motivo por el cual cesó en su puesto y fue sustituido por Floridablanca. Este consiguió un apreciado acuerdo con Marruecos, en el año 1782, y en medio de una guerra contra Inglaterra, que daría a España positivos resultados comerciales y estratégicos en tanto que los ingleses debieron dejar el puerto de Tánger. A esta alianza le prosiguieron otras con Turquía, en el año 1782, y con Trípoli, Túnez y Argel, todas y cada una en el año 1786. La etapa italiana, aparte de representar una enorme experiencia de gobierno para Carlos, tuvo dos secuelas educadoras fundamentales para el futuro monarca español.
Un Acercamiento Al Régimen Expositivo De Carlos Iii
Merced a la presión de la diplomacia española, en el año 1773, el papa Clemente XIV, ratificó la disposición regia a través de la bula Dominus ac Redemptor, por la que la Orden quedaba definitivamente prohibida y eliminada en toda la Iglesia católica. El embajador de España en Roma, José Moñino, fue nombrado por el rey conde de Floridablanca merced a su gran labor frente al Papa. No hay otro soberano en nuestra milenaria historia que haya llegado al trono español con una experiencia de gobierno de cerca de 30 años. De una honesta religiosidad, oía misa todos los días y comulgaba todos los meses; a lo largo de la Semana Santa visitaba los monumentos eucarísticos de una veintena de iglesias madrileñas, lavaba los pies a los pobres y tenía un trato persistente con su confesor, que dormía en una habitación anexa a la suya. Quizás sea mucho más explícita de su complicada personalidad la elección de la bandera roja y gualda, sin signo de afuera de su devoción cristiana, como la cruz que hace aparición en otras banderas, de Inglaterra, Suecia o Dinamarca.
En este sentido, impulsó la investigación científica, reformó la docencia y favoreció la difusión de los entendimientos. Más allá de que todavía continuamos en el periodo de tiempo de monarquías absolutistas, el reinado de Carlos III es totalmente reformista desde el criterio socio-político y económico llegando incluso a provocar su combate con la aristocracia y el clero. GUILLAMN, Javier, Las reformas de la administracin local a lo largo del reinado de Carlos III, Madrid, Instituto de Estudios de Administracin Local, 1980. Carlos fue un rey muy devoto, con un sentido providencialista de la vida precisamente acusado. Su pensamiento, su lenguaje y sus actos estuvieron siempre impregnados por la religión católica.
Revisión Del Siglo Ilustrado
Básicamente ordenaba limpiar las calles y empedrarlas; los caseros deberían “embaldosar el frente y costados, poner canales en toda la anchura del arroyo, construir conductos para las aguas de la cocina y otras inferiores de limpieza, con sumideros o pozos para las aguas mayores”. Se creaba una policía urbana para sostener el orden y sería obligatorio que en las escaleras luciera un farol. Aquí debemos subrayar visto que Carlos III carecía de tendencias filosóficas o literarias. Hijo de su siglo, educado políticamente por el ilustrado Tanucci, Carlos III confiaba en las bondades de la Razón, y esta seguridad le llevaba a oponerse a leyes y usos que le parecian irracionales o contraproducentes. Como escribió Anes, “jamás tuvo metas de intelectual” y, en realidad, fue más lejos en la práctica que en la teoría.
Nuestro infante proclamó a su padre, Felipe V, rey de Nápoles, no obstante, rigió él representando a su padre. Por la Paz de Viena, firmada entre el emperador austriaco y los reyes de Francia y España, este primero renunciaba a su dominio sobre Nápoles en favor de Carlos a cambio de los derechos sobre Parma y Plasencia. El cambio no admitía inquietudes, y fue recibido por todos, más que nada por Isabel de Farnesio que veía a su hijo sentado como rey de un poderoso territorio italiano. La reina de españa no descansaría hasta recobrar los ducados permutados para su otro hijo, el infante Felipe.
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8 El modelo se guarda en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y, siguiéndolo, se fundió en 1994 la escultura ecuestre del monarca que hoy está colocada en la madrileña Puerta del Sol. 6 Aunque no debemos dejar de hacer mención a ciertas decisiones políticas más polémicas y que tuvieron esenciales secuelas como fue la de la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. El emprendimiento fué completado con la publicación de un catálogo que incluye las colaboraciones de María del Carmen Alonso Rodríguez, Alfredo Alvar Ezquerra, Sylvia L. Hilton, Javier Jordán de Urríes y de la Colina, Miguel Luque Talaván, Carlos Martínez Shaw, José Luis Peset Reig, Carmen Sanz Ayán y María Jesús Viguera Molins. Tal como por un ciclo de charlas creado los días 16 y 23 de febrero y 2, 9 y 16 de marzo de 2017 en el salón de actos del Museo Arqueológico Nacional. “Si Don Quijote se hubiese encontrado de noche este pestífero y lúgubre acompañamiento, es posible creyera que todas y cada una de las parcas del abismo venían a caer sobre él, y que hubiese manchado su lanza contra aquella inmunda comitiva para deshacer un entuerto que indudablemente ahora había ocasionado mucho más de cuatro”.
Él no era un intelectual, pero tuvo presente las novedosas ideas de la Ilustración para orientar su programa político. En su gobierno supo rodearse de individuos de enorme categoría, confió en ellos y los mantuvo lealmente. La suya fue una monarquía absoluta, pero partidaria de las Luces, y él supo conciliar ambos extremos.
El cultivo de su memoria partió de su ambiente mucho más próximo y desde ese momento, sin solución de continuidad, su reinado poliédrico ha sido tratado desde la historia, la historia del arte o la narración de la ciencia, entre otras disciplinas. Óleo sobre lienzo.El conde de Fernán Núñez, coetáneo del monarca y autor de Vida de Carlos III, es reputado como su primer biógrafo. Desde ese momento la historia clásico y las nuevas corrientes han atendido de manera constante, y desde las más distintas aproximaciones, al estudio de su vida y de su reinado4. A modo de ejemplo se puede mencionar la Historia del reinado de Carlos III en España, de Antonio Ferrer del Río, editada en La capital de españa en 1856, y que fue patrocinada por el rey consorte Francisco de Agarráis de Borbón, esposo de Isabel II y bisnieto del monarca5. La exhibe acogió mucho más de cien piezas de excepción correspondientes a prácticamente 40 instituciones españolas y extranjeras , algunas de ellas poco conocidas, prestadas por vez primera y en ciertos casos restauradas para la ocasión.
Susan Sontag, Vanguardista En Las Guerras Culturales
Pasa al trágico siglo XVII, en el momento en que la Monarquía Hispánica, atenazada por las derrotas militares y por la asfixia económica, tuvo que ceder el testigo de la hegemonía mundial; y precede a la caída del Antiguo Régimen y a la creación del Estado liberal. No ha de extrañarnos, por consiguiente, que muchos hayan considerado a esta centuria un periodo de transición, sin apenas hechos dignos de atención y estudio. Solo en los últimos tiempos hemos asistido a un renacer del interés por este período y a una puesta en valor de las esenciales trasformaciones que tuvieron lugar en el popular como Siglo de las Luces. Destacó la tarea del Secretario de Despacho para las Indias, José Gálvez, que reorganizó administrativamente las colonias en intendencia efectivas.
Por otra parte, en las Dos Sicilias había consumado una obra satisfactoria, estabilizando la paz, reduciendo en decisión correcta el previo e hiriente feudalismo, renovando la administración y democratizando la estructura popular y política de las tierras. Como es natural, en España no le sería fácil cerrar su trayectoria con un balance tan positivo. Allí habían nacido sus trece hijos, allí había gozado de una apacible y feliz vida hogareña con su esposa, la pacifista María Amalia de Sajonia. En el ámbito cultural, Carlos III entendía que la prosperidad nacional pasaba por el desarrollo cultural y educativo.