Cristo Crucificado (velázquez)

Cristo hace aparición sujeto por 4 clavos, según las recomendaciones iconográficas de su suegro Francisco Pacheco, a una cruz de travesaños alisados, con los nudos de la madera señalados, título en hebreo, heleno y latín, y un supedáneo sobre el que asientan firmemente los pies. La cruz se apoya sobre un pequeño montículo surgido a la luz tras la última restauración. Exactamente la misma en los desnudos de La fragua de Vulcano, las sombras se consiguen repasando con toques de pincel muy diluido y del mismo color, obscureciendo por zonas irregulares la carnación ahora terminada.

El pintor hispalense parece estimar representar el mismo momento de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, fuera de todo espacio y tiempo, en el que un halo de luz mística lo envuelve. Es una obra que nos hace recogimiento, en la que el dolor hace aparición contenido, muy al contrario de otras proyectos religiosas de autores barrocos en las que se destaca un dramatismo retórico o con pasión, según las pautas marcadas porel concilio de Trento. Es en esta calma sobrehumano donde radica toda la excelencia potencial y trascendente de la obra. Velázquez crea una obra de extrema y divina belleza, con un estudio magistral del cuerpo de Cristo, con la luz y la palidez de su piel y por supuesto por el hecho de que nos libra de un exceso de sangre, como pudimos ver en otras proyectos. Brown, Jonathan, Imágenes e ideas en la pintura de españa del siglo XVII, II, Coalición, La capital española, 1985, pp. 94/lám. El cuadro procede de la sacristía del convento madrileño de monjas benedictinas de la Encarnación de San Plácido.

Francisco Pradilla (1848- , Esplendor Y Ocaso De La Pintura De Historia En España

Sus estudios del desnudo desde obras tradicionales se van a poner de manifiesto en La fragua de Vulcano y La túnica de José, pintadas allí. Esos estudios habrían posibilitado el magistral desvisto de este cuadro, por la fusión que demuestra de serenidad, dignidad y nobleza. Es un desvisto frontal, sin el acompañamiento de escena narrativa, con el que Velázquez hace un alarde de maestría y logra que el espectador pueda capturar la hermosura corporal y la sosiega expresión de la figura. Por su espiritualidad y misterio, esta obra inspiró al escritor y filósofo español Miguel de Unamuno un riguroso poema titulado El Cristo de Velázquez. No conocemos con seguridad la fecha en la que Velázquez pintó el”Cristo crucificado”. Todos estos entendimientos comprados se reflejan en sus proyectos “La fragua de Vulcano” y “La túnica de San José”,pinturas que efectuó en su estancia en Italia, así como en la obra que nos ocupa, con la magistral representación del cuerpo de Cristo.

La historia de historia legendaria afirma que es pintado a instancias de Felipe IV para expiar su enamoramiento sacrílego de una muchacha religiosa. No es que Unamuno fuera una persona muy creyente, verdaderamente no lo fue. Pero el hombre podía tirarse horas y horas contemplando este cuadro. Por un lado se le hacía bola la iniciativa de creer en la existencia de un Dios-hombre y, sin embargo, no le quedaba otra opción alternativa. Era esta la única manera de realizar las paces con su naturaleza mortal y resignarse ante la idea de que todo pasa por la total desaparición. La obscuridad de la desaparición parecía entonces más soportable, viendo la negrura que acuna solemne y protectora al Cristo que, si no ha muerto aún, está a punto de llevarlo a cabo.

Reproducción Del «cristo Crucificado» De Velázquez

Lozoya, Marqués de, Mengs y Velázquez., Archivo español de arte,36, 1963, partido popular. 133. La obra exhibe el cuerpo desvisto de Jesús, presumiblemente ahora fallecido, por la inclinación de la cabeza, la tensión de los brazos y la palidez de la piel. La posición es singularmente despacio, el cuerpo está compuesto con las proporciones mucho más preciosas del momento, aprendidas de su maestro Francisco Pacheco. Se trata de entre las pinturas de Cristo crucificado, más nobles de la historia, está conocida como pieza maestra de la anatomía masculina y ha sido inspiración de obras literarias y pictóricas. Tampoco quiso Velázquez hacer alarde de una acumulación excesiva de sangre y magulladuras.

Al apoyar los pies en un subpedáneo y eliminarse cualquier referencia espacial, se acentúa la sensación de soledad, silencio y reposo, en frente de la idea de tormento de la Pasión. Se cree que la obra fue encargada a Velázquez por Jerónimo de Villanueva, protonotario del reino de Aragón para el convento de San Plácido de Madrid. La herida del pecho asevera que está fallecido, pero su cuerpo no se desploma exageradamente, sin dramatismos. A nosotros nos llama la atención la luz de del Cristo, más que nada la del pecho y el abdomen. Los auténticos publicados en las ediciones impresa y electrónica de esta Revista son propiedad del Consejo Superior de Indagaciones Científicas, siendo necesario refererir la procedencia en cualquier reproducción parcial o total. Esta obra está bajo una licencia en todo el mundo Creative Commons Atribución 4.0.

Cristo Crucificado [velázquez]

El paño de pureza (también llamado perizoma), muy reducido y sin derroche de vuelos a fin de poner el acento en el cuerpo desnudo, es la parte mucho más empastada del cuadro, con efectos de luz logrados a través de toques de blanco de plomo aplicados sobre la superficie ahora terminada. La cabeza tiene un estrecho halo luminoso que semeja manar de la propia figura; el semblante está caído sobre el pecho dejando ver lo suficiente de sus aspectos y facciones nobles; la nariz es recta. Mucho más de media cara está cubierta por el cabello largo que cae lacio y en vertical. Velázquez pintó un Cristo apolíneo, de dramatismo contenido, sin cargar el acento en la sangre —si bien inicialmente era más de la actualmente aparente— y, pese a fallecido, sin desplomarse, eludiendo la tensión en los brazos.

Madrazo, Pedro de, Viaje artístico de tres siglos por las colecciones de cuadro, Daniel Cortezo y Cª, Barcelona, 1884, pp. 274. En este lienzo estamos con un Cristo representado frontalmente, con la cabeza inclinada hacía nuestro lado izquierdo, dónde destaca en extremo sobre un fondo verdoso oscurísimo, afín a una tela, en el que se proyecta su sombra. Velázquez no recurre a ningún fondo paisajístico, ninguna alusión al Gólgota. Sus brazos parecen querer alcanzar en el vacío para abrazar a toda la raza humana. Representación sosiega de un Cristo inerte, apolíneo en sus proporciones y clavado con cuatro clavos, según recomienda el profesor y suegro del pintor, Francisco Pacheco, que pinta en 1614 de modo semejante el mismo tema.

Cristo Crucificado, Velázquez

Resalta el contraste de luces y sombras, sobre todo en la cara, fruto de la predominación tenebrista de Caravaggio. Rodríguez y Gutiérrez de Ceballos, Alfonso, Precisiones sobre la pintura religiosa de Velázquez (discurso académico, R.Academia de BB.AA. de S. Fernando, Madrid, 23 mayo 2004), La capital española, 2004, pp.69. Picon, Jacinto Octavio, Vida y obras de Don Diego Velázquez,Librería de Fernando Fé, La capital de españa, 1899, pp. 65, 90.

A su muerte en 1828 pasó en herencia a su cuñado, el duque de San Fernando de Quiroga. El duque, en un ademán de gratitud hacía el monarcaFernando VII,se lo obsequió. Al final, éste lo cedió en 1829 al Museo Real de Pintura y Escultura, conocido hoy día con el nombre de Museo Nacional del Prado de La capital de españa. El cuadro es una obra maestra de la imaginería religiosa velazqueña.